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254 LA BELLAEASO eche la pata al "Club!,,-" Demonio de Leonardo! qué ojo tiene para descubrir las beldades de abajo. Esa Guadalupechu es una verdadera perlita!,,_ "Vamos, que las otras!,,-"A buena parte ibais!los del "Club,, son gente experta, tiradores encanecidos en el servicio, ó pollos bien entrenados.- " Aque– lla diosa verde .....,,-"Colo r simpático!,,- "...es una sardinera; suele venir á casa; parece otra: lo que hacen los trapos!,,-"Y el jabón!,,-"Buena panto– rrilla! quién fuese pulpo!,,-" Y el pecho de la mo– rena, vestida de cangrejo?,, Los descubrimientos y hallazgos se sucedían; el análisis era favorable á la materia femenina. La protuberancia de la amatividad trepidaba bajo los cráneos. Los pollastres tomaban notas de caras y tipos: cuán entretenidos días de rebusca por mu.e– lles, plazas y mercados se vislumbraban! El vaivén de la muchedumbre que pugnaba por acercarse á la primera fila, á cada fase nueva del es– pectáculo, indicó la aparición de otra carroza. Pre– cedida de una comparsa de jardineras y hortelanas, y entre las notas de la Banda municipal que cerra– ba el cortejo, la ~arroza de Alaitasima caminaba majestuosamente, no al paso de los caballos de tiro, como las anterior es, sino por la impulsión de un motor eléctrico. En el primer momento los espec– tadores experimentaban una decepción. Echaban de menos los pintorescos detalles, et argumento tea– tral, la abundancia y diversidad de per:;onajes del "Aquarium,, y "Las victorias españolas,,. Aquella, sobriedad escultórica desconcertaba: la brecha de un antiguo muro semiderruido; unos cuantos atri• butos marinos combinados á otros de la alegrfa y la elegancia; tres figuras nada más: el placer, que tiende la copa; e{patriotismo, que ofrece la espada, y la bella Easo, de pie en la brecha abierta para el crecimiento de la urbe, alargando la mano á la es-