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248 LA BELLAEASO expresión insuperable. Luz, mirando los ojos res– plandecientes, los labios trémulos de su hermano, escuchaba inmóvil. La noche azul, diluida la inmi– nente desventura en la titilación sideral, en el mur– mullo de la fuente, en los aromas de las dormidas flores, ensombrecicla la transparencia del aire por la rígida silueta de la torre de la vigilancia, vertía sobre Luis y Luz el mismo olvido del mundo exte– rior que sobre Tristán é Iseo. La música se apagó en un pianissimo imperceptible. Luis, con voz ron– ca, dijo: "he oído el gimoteo de la cuerda, las teni– das de las trompas y la mader a, la flnuta que deli– cadamente desenrolla su canto; he oído el diálogo inmortal de las voces; todo, chica, todo, absol.uta– mente todo! Hoy me encuentro para tocar, ó para sentir, á las mil maravillas.....,; Luz hizo gestos de asentimiento. La músicaunía á los dos hermanos, muy divergentes en lo demás. Abrióse la puerta del aposento, y una criada, sin to– marse la pena de entrar, ávida de volver al balcón, gritó desde fuera:-"La señora, qué hasen ustedes? la prosesión se está pasando.,, Luis dibujó un gesto de mal humor y cerró de golpe la partitura. Luz se echó á reir. --La prosa de la vida!- exclamó. - Y la prosa en castellano; mil veces le ordené á esa majadera que me hable en baskuenze . Se acercó á un veladorcito, junto al piano, y ce– rró el libro que había encima. -Comencé por pegarme un atracón de la meta– física del amor: Schopenhauer escribió la Biblia; Wagner, el cqmentario. Siguió á su hermana y entró en los salones, don– de saludó á los concurrentes, y sin detenerse en el balcón de los pollastres, sino el tiempo justo para cruzar con ellos un frío apretón de manos, ocupó
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