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246 LA BELLAEASO breves instantes la deducción de Matilde; pero se repuso en seguida, y el rubor asomado á sus meji– llas se disipó. - Completaré mi pensamiento: los de fuera no estamos hechos á ver caras tan bonitas como las de aquí. El capitán se atusó las guías del bigote y se in– clinó ligeramente, sonriendo. Las muchachas pro– rrumpieron en frases de modestia, sonriéndose com– placidamente. -Se expresa usted al igual de un bizkaitarra; dicen que lo de aquí es lo mejor del mundo, que ..... Julia interrumpió la frase de Caralampia: - Por Dios, basta de bizkaitarras! Dejémosles que rehagan su vajilla! La cuñada de Gali-Sancho, aun más desdeñosa, añadió: -Son unos cursis! unos ordinarios! gentes de si– drería! - Y unos desdichados de malísima sombra, ade– más! Saben ustedes lo que les sucede con las ca– mareras? - preguntó Matilde, reprimiendo la risa. - Yo lo diré. Los bizkaitarras, por ponerse más en carácter pastoril, se empeñan en que las sirvientes der "Centro,, calcen abarkas. Aquí, que no se usan, no lo conseguían; pidieron una remesa de mozas á Goyerri; trajéronlas de los caseríos aquellos que nadie sabe dónde están, de puro altos y solitarios ... Mientras se desbastaban las pastoras, les rompie– ron más loza y cristal que hoy los cazadores de "La Valtelina,,, y una vez desbastadas y pulimen– tadas, se pusieron ..... - Pues las botas, hija, las botas!-exclamó Chi– cote, completandq la frase de Matilde. O.u Ambrosía, que se había aproximado al balcón para echar una mirada á la calle, y detenido á escu-
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