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A. CAMPIÓN 243 toso penacho de plumas tiesas, ligeramente abarqui– lladas en las puntas, demasiado grande para su cara menuda. -No, hija,-replicó el capitán Chicote;-fueron los de "La Valtelina ,,, los cazadores, los que die– ron el meneo..... Iba entre ellos un amigo de us– tedes. -Quién?-in'terrogaron varias voces curiosas . -Rafae l Vargas! . -Va rgas? Me alegro muchísimo que haya toma- do parte en la zambra. Estas palabras las pronunció Concha Artabe, la "cuñada del marqués de Gali -Sancho,,; y se alegra– ba porque Rafael Vargas era hijo del conde de Mon– telobo, y ella, desde que su hermana Eloísa se ciñó la corona, consideróse incluida dentro del cuerpo de la nobleza y obligada al espíritu de clase. -Creo que Vargas vendrá luego - dijo Julia; – nos lo prometió la otra tarde. -Le felicitaremos todas! En el balcón de la esquina los pollastres no per– dían palabra de la conversación general, y la co– mentaban con frases breves. -Esos vainas-dijo Eugenio Larrarte - piensan que han tomado á Nueva York, lo menos. - Ha sido una burraaa sin ton ni son; otras ve– ces han hecho cosas peores los bizkaitarras, sin que los melis se metieran con ellos. La bandera no la • pusieron por nada, sino por la muerte de Sagardía. Yo me alegro del hecho. -Y yo, y yo!-repitieron los jóvenes, como un fuego graneado, asintiendo á la aprobación de Paco Urbieta. Leonardo Balda sacó la cabeza y miró hacia el puente . -··-Cuánto tarda eso! -Hay impaci encia?
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