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234 LA BELLA ÉASO Nuevas músicas resonaron en las calles: los re– gimientos de la guarnición iban á misa. La oeme se apiñaba para verlos, descubriéndose frente á la ban– dera. Eran regimientos de reclutas vestidos de ra– yadillo; se esforzaban por llevar el paso; adolescen– tes sin completo desarrollo físico todavía, de páli– das, morenas, romas y anchas caras, cortado á pun– ta de tijera el pelo, con rosetones de cuero cabellu– do visible en los puntos de presión del ros, recien– temente traídos al cuartel desde las estepas centra– les, obligados á oponer su insuficiencia fisiológicaal bárbaro desgaste de climas homicidas, en la expre– sión del rostro y gestos del cuerpo mostraban las cualidades esenciales de su gente: docilidad, aguan– te, adaptación á las incomodidades y privaciones, el poso del fatalismo semita, y entre el rescoldo, las brasas del añejo temple guerrero ..... Pero faltabael buen humor habitual, hijo del sol claro y del aire sutil, entenebrecidos por la horrenda visión de aquella lejanísima Cuba, áspid entre flores que ma– ta traidoramente, sin gloria..... Al doblar la esquina de la calle Mayor apareció la familia de Alzaga: delante, Luz y J ulía, guapísi– mas, de mantilla espafiola, con lacitos de seda, co– lor de la bandera nacional. Dos ó tres pasos atrás, O.a Ambrosía, con un riquísimo traje de raso gra– nate muy obscuro y sombrero que parecía un ca– nastillo de frutas, cerezas, fresas, moras y uvas blancas, artísticamente combinadas, por adorno. A derecha é izquierda .de ella, D. Víctor y Luis, éste de muy mal talante. El regimiento en marcha se– paró á los dos grupos de la familia:- "Adonde vais, hijas?,,-preguntó gritando D.ª Ambrosia.– "Mamá,,-replicó J ulia en el mismo tono-"con los valientes defensores de la Patria!,, Dos ó tres ofi– ciales, varios soldados, no pudieron reprimir un "¡ole, barbiana!,, y el público aplaudió á la buena

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