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226 LA BELLA EASO tes y aun á los fronterizos. Se descontaba una afluencia enorme: "tendremos en Abril un día de Agosto,,,-de cían los easotarras, sonriéndose. La ciudad veraniega reventaba de júbilo. La populari– dad de Guzirako, autor genial del proyecto, se ha– bía puesto al rojo cereza. Uno de sus vaticiniosvo– laba de boca en boca: "este año el veraneo será lu– cidísimo; los éxitos militares ensanchan el corazón, y por tanto la bolsa, predisponiendo al gasto,,. Se formó una Junta central que asumiese la dirección suprema de la fiesta, y la Junta le nombró presi– dente. Los amigos le envidiaban su actividad, propia de un mozo de veinte años, y no de los entecos y sie– temesinos, sino de los del más duro bronce. Tan pronto se le encontraba en Alaitasuna como en La bella Easo, y poco después en los talleres don– de se construian las carrozas, se cosían los trajes y se preparaban los mil diversos "accesorios,. de la fiesta. Dirigía los hilos de la compleja tramoya, la cual presentaba doble faz; una, la visible, cuestión de que los maestros y operarios ejecutasen puntual– mente los trabajos; otra, oculta al público, cuestión de impedir ó resolver los continuos disgustos de ca– rácter personal, capaces de agriarse y esterilizar la labor acometida. Que esta muchacha quería repre– sentar tal personaje; que aquella pretendía la subs– titución de la forma ó color del vestido, por otra ú otro que ella imaginaba le caía mejor; que la costu– rera de esta esquina se negaba á confeccionar el vestuario de la "comparsa azul,,. porque á la cos– turera de enfrente le habían favorecido con el de la "comparsa roja ,., que era de mayor lucimiento; que la ''sociedad,, de la calle de arriba reclamaba pues– to de preferencia sobre la "sociedad,, de la calle de abajo, porque era más elegante la carroza: los in– cidentes se sucedían sin tasa. La fiesta había soli-

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