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A. CAMPIÓN 221 IV Jayápolis aquel año, antes de abrirse el período veraniego,antes que las banderolas restallasen en laAvenidaal viento marino, y los propietarios re– pintasenlas fachadas y balcoMes, y el Ayuntamiento losretretes y bancos de los paseos, y las casetas, conlos colorines de sus tablas aun frescos, bajaran á la playa, y los tenderos renovaran sus escapara– tes, y los enganchaqores de huéspedes alborotaran lasafueras de la Estación disputándose los polvo– rientosbañistas, interrumpió su sueño invernizo. Losdías mostrábanse claros, alegres por la limpi– dezdel cielo, enervantes por la fuerza del sol, la tensióneléctrica y la insistencia del viento sur. Con– vidabala temperatura, después de las lluvias, á sa– lir de casa, á tomar refreseos en las terrazas de los cafésy proseguir discutiendo las noticias emocio– nantesde los periódicos. Dondequiera, en las de antañotranquilas calles, en los casinos y círculos, se veían corrillos parleros, manos gesticulantes, ac– titudesde entusiasmo ó ira, y se oían, sin sorpresa de nadie, gritos y exclamaciones. Hoy comentaban lamanifestación de Madrid, la marcha de Cádiz, que prende patrióticas llamas entre los concurren– tes á la Plaza de Toros, y los lleva, guiados por el barónde Sangarren y el brigadier Borbón, frente al Círculo Militar, donde se vitorea al Ejército y á la Patria; otro día, la manifestación de Málaga que arranca el escudo del cónsul yanqui, las estrellas resplandecientesempañadas por salpicaduras deba– rro; después la segunda manifestación de Madrid, juntoal Congreso, la bandera conducida al Círculo Militaré izada en los balcones que la agasajan con el resplandor de sus focos eléctricos.

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