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A. CAMPJÓN 219 por el estilo, luciéndose menos que tú,, - insistía la Egilaz, á medida que la menor firmeza de las con– testaciones revelaba los progresos del halago. "Ha– bla con Guadalupe.,, Tomasha se retiró; fué su saludo rústica imita– ción de los que ella veía á las personas finas. -Pa rece que aun lleva la banasta de verdura sobre la cabeza! Qué mal anda! cómo balancea, · atrás y adelante, los brazos! A esta observación de Ostolaza , la Egilaz volvió su cara expresiva hacía el arquitecto, y sonriéndose maliciosamente replicó: -Pero es muy guapa! Usted debe perteneser á la cofradía de los que sacan defectos para disgustar á los golosos: á lr igoyen, pongo por caso . -Chica, Raimundo es la vanguardia; yo, el grue– so del ejérsito que llega después de conquistada s las primeras posisiones. La Egilaz se reía estrepitosamente; sus ojos ne– gros y fulgurantes, sus ojos de gitana chispeaban. -Este caballero disfruta de una reputasión de– testable. -Yo?-contestó el arquitecto .- No ha llegado á mis oídos. -Disen que es usted un colmo de afisión á las faldas. Y que deja usted plantadas á las pobres chi– cas con una frescura ..... -Hablillas, calumnias! Lo que hay es que yo no me duermo en la suerte ..... La expresión fría, egoísta, de ordina rio velada, apareció como sube el poso desde el fondo del lago: -No quiero líos ..... - Después , verdad? -L a Egilaz recalcó el "des- pués,,. pero suavemente, para que no disonase en el tono de candor adoptado. Lps tres se rieron largo rato. -De suerte que usted es el introductor de em-

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