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A. CAMPIÓN 217 que España entera se entusiasme. Ojalá estuviese aquíWodford oyéndote. No nos conosen, no nos conosen!Permíteme que te dé un abraso, heroína del amor patrio. No tiene importansia; soy un po– bre viejo,caramba! como el abraso de un padre! En ti abraso á todas. Haste cuenta que soy la bandera de España. Todos se reían. Lucía abrió los brazos dando gri– tos de júbilo, y apretó á Guzirako. La Egilaz pal– . moteaba;Ostolaza, á media voz, gruñía:-¡el viejo piratano pierde ripio! Sonaron las siete y se aquietó el gallinero. Las costureras fueron soltando la labor y encaminándo– se á la puerta, después de saludar muy amables á la maestra y á sus dos visitantes. -Tomasha, haga el favor de quedarse un mo– mento. Esta orden produjo la última estupefacción de la noche. La Egilaz, Guzirako y Ostolaza se sentaron. To..: masha permaneció de pie; sus mejíllas parecían dos .amapolas, y era cómica la dificultad que experimen– tabapara dar postura á sus brazos. Tan pronto los extendía á lo largo de los muslos, como los cruza– ba sobre el pecho, como subía las manos á la cara y se rascaba la barba, ó á la cabeza y se atusaba el cabello.Los dos hombres, con sus miradas fogosas, la desconcertaban; no se atrevía á levantar los ojos, pero sentía, adivinaba que los de ellos estaban fijos examinándola, desmeúuzándola parte por parte, rasgo por rasgo. A la pobre Tomasha los minutos le parecían años, y la pregunta que ansiaba formu– lar, "qué me manda la señora?,, se le atragantó va– rias veces. Ostolaza sacó del bolsillo un sobre blanco gran– de, que recubría á un cartón ó papel grueso, el cual puso en manos de la Egilaz. Guzirako, para
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