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212 LA BELLAEASO los demás rasgos difiriesen, se peinaban con esme– ro exquisito y hablaban en castellano. Los paseos nocturnos, con su fisgoneo y chismo– grafía, las pequeñas aventuras de los encuentros, el revoltijo de las gentes que dejaban el trabajo ó afluían á los espectáculos, las imprevistas sesiones de música callejera constituían el más apreciado esparcimiento de Tomasha. Por nada del mundo se hubiese vuelto directamente á casa; el placer lucra– do le compensaba de las reprensiones familiares. El séquito y acompañamiento de muchachos, más ó menos encontradizos, era número del programa nocturno; y Tomasha, por guapa y beldad nueva, era el blanco preferido de los galanteos. Una noche" La alegre Izurun,, dió una serenata al Foot Ball Club, que celebraba el aniversario de su fundación. Tomasha y sus amigas acudieron á ta música. Bailaron mucho en la calle, mientras Guadalupe, en un portal, conversaba á sus anchas con Leonardo Balda, que bajó del Club apenas se enteró de la presencia de ella. Tomasha bailó más que todas las amigas juntas. En cambio la pobre Eulogia, muy fea de cara, comió enorme ración de pavo. Cuando se retiraron _iba de pésimo talante. Tomasha, á quien enardecieron los mil piropos y requiebros que le habían dirigido durante el baile, y los que seguían prodigándole los cuatro ó cinco muchachos que se obstinaron en acompañarla has– ta la Avenida, mostrábase, contra costumbre, lo– cuaz y expansiva. Apenas se fueron lqs hombres, Eulogia, son– riéndose sarcásticamente, dijo á Tomasha en bas– kuenze: -Chica, parece imposible que no entiendas las cosas! Continúas tan boba como cuando viniste del caserío! Esos, y otros como esos, al parecer, andan por tu cara; pero lo que buscan son tus dineros!

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