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A. CAMPIÓN 207 nodel tacto les cerraba la salida. Cuando la nove– dad empresaria de éxitos, se mellase, echarían de ver'los galanteadores que aquella risa perpetua, sin dudapor lucir los dientes, era una mueca boba; que el rítmico balanceo de los brazos estaba pi– diendoplaza en la sección de gastadores de Canta– bria-que el andar era mezcla de las zancadas del boy;tero y de las osciladones del pato, trasmitidas . éstaspor los embarazosos tacones, á deshora inge– ridosbajo las plantas criadas en libertad; que..... Pero mientras llegaba el tío Paco, con su habitual rebaja,el triunfo era absoluto, indiscutible, y las amigasha~ían de resignarse á ocupar el segundo término. Unicamente .mantenía, en parte, las anti– guas posiciones, la maestra de ceremonias, la ini– ciatrizGuadalupe. La muchachita, agradable por la vidachispeante del rostro y de los movimientos, la graciosa delicadeza de las facciones y el aire natu– ralmentefino, pero salpimentado de cierta picardía callejera,sin que cupiesen comparaciones afronta– ba la peligrosa vecindad de la estatua. Eran ejem– plares de dos tipos diversos; las otras amigas, al re– vés, reproducían el tipo de Tomasha, que era de carácterpopular, sin sus primores y acabamiento. Lejos de sufrir perjuicio cuando iban juntas, las dos beneficiábanse de la disparidad, recibiendo pleitesíade admiración la una y de encan'to la otra, exactamente compendiada en los epítetos: "qué hermosa!qué linda!,, Y si Tomasha atrnía mayor número de homenajes, debíase re<1lrnentc, no :.í que lo hermoso concitara mayor número de adep– tos que Jo bonito, sino á la impresión que causan las sensaciones nuevas. La ate1 ción, no obstante, refluíadesde Tomasha á Guadalupe, su acompa– fiante, y la sacaba de la penumbra en que el hábito de ser vista la había sumido. En los paseos las mi– rabanmucho, y el oreo de la misma moda les aca-

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