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204 LA BELLAEASÓ hermosura á paso de carga, mantener la proporción entre las aspiraciones, las necesidades y los recur– sos, tal era el círculo que habría recorrido, alegre de joven, resignada ele vieja. Súbitamente, las circunstancias eran diversas· Tomasha, anillo de una cadena rota ya, hasta P.n~ contrar el punto de quietud, corría suelto. Todas las fuerzas laterales que sobre ella ejercieron pre– sión, manteniéndola en equilibrio, se evaporaron repentinamente. Era libre; libre, de qué? Libre sin iniciativas, libre sin deliberación, libre sin término final, libre sin conocimiento de la nueva esfera en que había de moverse, libre..... de seguir la co- rriente. · Y fué esa corriente la primer a que le salió al pa– so. La corriente fué Guadalupe, la linda costurerita, hija de fa ciudad, que sabía cuanto ignoraba Toma– sha y cuanto importaba aprender para moverse en la nueva esfera. La discípula abría sus cinco senti– dos,. ávida de asimilarse la continua ensefianza de la maestra, ufana por su importante papel. El ves– tir, ciertos modales y actitudes los aprendió pronto; pero otras cosas, la soltura en el uso del castellano, - porque el baskuenze constituía una "ordinariez., que descalifica á la persona, una patente de rustici– dad bochornosa,-las alusiones á personajes y es– cenas del teatro chico, el tarareo de cancioncillas difundidas por la moda desde Madrid, astro cen– tral, ájayápolís, su satélite, el equívoco, la malicia, la falsa ingenuidad en el diálogo le parecían logo– grifos indescifrables. Sus tentativas fueron inútiles; el castellano, no lo perfeccionaba; las picardías de la conversación, no las calaba..... á cada paso su in– completa adaptación al ambiente urbano hacía reir á las amigas, las cuales afeaban todas las incon– gruencias y omisiones de Tomasha con una solapa– labra: "¡Caserota!,, Caserota: este era el calificativo

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