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202 LA BELLA EASO Ma_rtínse trasla_dóal caserío de Pello, su vecino y amigo, para me¡or atenderlas conforme al contrato· con Castro-Elvira, respecto de las tierras que le de– jó durante el año agrícola, se ensanchó el corazón de andre Jo shepa. El primer problema que resolvió fué el de las hi– jas. Pachika - según de antemano lo tenía resuelto --se encargó de los quehaceres domésticos; To– masha quedó ele reserva para serv ir la mesa á los parroquianos de "primera clase,., que ella esperaba y no venían. Durante una ó dos semanas estuvo de– dicada al servicio de los de segunda y tercera, tam– poco muchos, que acudían á la nueva taberna. La madre se resolvió á buscar un empleo más digno de las prendas de la hija, substrayéndola al roce de aquellos hombrotes zafios que, por dos ó tres rea– les de gasto, se estimaban autorizados á toquitear y zarandear, vertiendo mil inmundicias por la boca,á la hermosísima muchacha. Moraba en el quinto piso D.• Constancita la viu– da, atenida á la corta pensión que le correspondió al fallecer su marido, empleado del Ayuntamiento, y al jornal de su hija Guadalupe, diestrísima oficia– la de la famosa Dolores, la modista de señoras. Por consejo de ella decidió que Tomasha aprendiese á coser en blanco y á planchar, concurriendo al taller ele la Egilaz, que solía tomar aprendizas mediante una razonable mesada. D.• Constancita y la Egilaz eran antiguas conocidas y la admisión de Tomasha en el taller se obtuvo pronto. Apenas se pusieron en contacto Tomasha y Gua– dalupe, exclamó ésta en el fácil tuteo de las clases populares: - Chica, te conosco! -- A mí?-replicó muy sorpren dida Tomasha;- yo no, lo ques ..... - Pues sí, te conosco, como desimos á las más-
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