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198 LA BELLAEASO campestres; es bella, hermosa, si esta palabra sio– nifica más; admirable, si acentúa la ponderació;· exquisita, si agota el elogio..... ' El auditorio, cambiando miradas de gusto, se– guía el crescendo de Raimundo y aguardaba, para romper en aplausos, á que sonase el epíteto supre– mo y personal del orador, el non plus ultra de su adjetivación feminista, que tanta gracia producía y estaba ya asomándose á sus labios: - Terremotera!-gritó, y ensanchó los brazos por encima del tumulto de palmadas, risas y acla– maciones de "¡Viva la bella Easo!,, Raimundo no sólo hablaba fluídamente, sino con fuerza expansiva y sugestionadora, á que contri– buían la figura simpática, el tono expresivo de la voz, el magnetismo de los ojos árabes. Notábase que el tema de la peroración podría desarrollarse en muchas variaciones, pero manteniendo un leid motiv único: el amor á la mujer por medio de las mujeres. El corro le acosó á preguntas. Ostolaza repitió sus anteriores noticias, sirviéndose de otras pala– bras, sin añadir nada de nuevo. Los amigos se son– reían maliciosamente, comentando la reserva. -No es curiosidad-dijo Eduarclo;- me propo– nía avisará esa pobre chica que eres pájnro de cuenta, que ..... Raimundo, moviendo á un lado y otro la cabeza, porque cada vez le molestaba más el cuello, le in– terrumpió: -Ah! piensas que..... ? Majaderías! Uf! cómo me molesta la camisa; se lo previne á Olalde que los cuellos estaban estrechos ..... Piensas que yo..... ? No es mi tipo; es demasiado alta para mí; dema– siado impasible, sobre todo; su belleza es la de las estatuas, líneas sin movimiento, poca palpitación..... A mí me gustan las lagartijas, su amiguita, por ejem-

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