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Á. CAMPIÓN 171 -Ya me importa, ya me importa- replicó andre Joshepa,palmariamente cohibida por la repregun– ta. Habría preferido recoger velas, pero era tarde, é insistió: . -Esos yanqueses nos harán contra? - Las trazas son de que sí; los periódicos de aquíy allá soplan sobre la hoguera. Desde la vola– duradel Maine, el horizonte está muy negro; los norteamericanos,los yanqueses, que usté dice, pre– paran sus escuadras; cuando dos quieren reñir, riñen. Acordándosede su significación, de las ideas que propagaba,se creyó en el caso de afiadir con suma prosopopeya: -Seño ra, la guerra se opone á mis princ1p1os; soy pacifistaen el orden internacional, y belicoso en el nacional; repruebo la guerra entre hombres, apruebo la guerra de clases..... Andre Jo shepa ni le atendía ni le entendía; en sus oídos resonaban aquellas palabras que le oyó á Guzirako:"la guerra de Cuba se acabará con la nuevaguerra á los yan.queses, y entonces subirá el papeldel Banco y cazarán ustedes una ganga ma– yor que la venta del caserío,,. La risueña perspecti– vase reflejó en el rostro de ella, y Perico, que lo ob– servaba todo, quedóse aún más suspenso que antes. El reloj de pared dió las nueve; el timbre de la soneríaera muy grave y resonante. Andre Joshepa miró á la esfera: "por Dios! y esa aun no ha vuel– to,,!Estas palabras, imperceptiblemente pronuncia– dasen baskuenze, impresionaron el oído finísimo de Lajumera. No las entendió, pero el rostro expre– sivode andre J oshepa denotaba gran enfado, y las relacionócon éste. Desde el principio de la conver– saciónse proponía dirigir una pregunta, mas por disimularel interés que se la dictaba, la había ido difiriendo;opinó entonces que contribuiría á dis-
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