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168 LA BELLAEASO nesitá aborrar . Aremás, casta trabajante somos no– sotros! Andre joshepa omitió el más eficaz de los moti– vos: capitalizar todas las rentas del ·capitalito para doblarlo. -Sí, sí, casta trabajante -c ontestó Lajumera riéndose del castellano de J oshepa;- pero si no ha– cen parroquia verán ustedes los miles de pesetas que les lleva la taberna, sin bebérse la, que es lo peor. Y adquirir parroquia no es tan fácil; en Jayá– polis se cuentan más tabernas que curas en España. - Sí; verdá dise; en esta kale, bastante corta, sinco. Continuaron razonando sobre este asunto; Laju– mera exageró las dificultades del negocio y citó cuatro ó cinco ejemplos de establecimientos cuyos dueños, que él conocía, se arruinaron. La frente de andre Joshepa se iba cargando de ideas negras. Concluida la cena pretextó Lajumera bailarse algo fatigado, y después de pedir permiso, por fór– mula, abrió la puertecilla del mostrador y pasó al otro lado, sentándose en una silla baja. -Señora - dijo,- siéntese usté también, juntitoá mí; Je voy á decir algo que le gustará. No todo ha de ser lamentos. Que no nos oiga ése de ahí; no acaba de cenar el muy posma! A andre Joshep a le había sentado mal la libertad de Lajumera, pero disimuló porque sus palabras y tono misterioso picaron su curiosidad. Sentóse, y con un gesto le invitó á explicarse. Perico lió un pitillo lentamente, por espolear la impaciencia de ella. Después de un sonoro carraspeo, dijo: -Ustedes me fueron muy simpáticos desde el primer momento. Veo que la pesetera suerte les dió petardo, y quiero ayudarles por más que uste– des, apurando la cosa y aun sin apurarla, no lo necesitan. Pero la simpatía es la simpatía, colgajo!
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