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A. CAMPIÓN 153 sus vocesal anhelo de la carrera. _Quedósecont~m– plandoel camino por donde hab1a11desaparecido, absortoen aquella momentánea é inesperada visión. La tabernera, desde la puerta, le observaba y reía ta sorpresa: "S?n las p~scad?ras de ~erme~-co1_1- testó la mujer a una mirada rnterrogat1va;-a medio díapasarán de vuelta, después de corretea r las ca– llesde Bilbao; así descansan ellas. Hal~ hala! vuel– ta al pueblo para la hora de acostarse. t.sas no tie– nenmiedode nadie; ni del oscuro ni del frío ni del calor ni de la lluvia ni de la galerna: de nada. Siempreigual, invierno y verano, beti batí,,-" Po– bresmujeres-replicó él, buscando ocasión de ver– tersus ideas redentoras:-ésas sí que son pobres de veras!,,-"Pobres? dígales·á ellas. Sabes lo que re– franan? Pues: andikije andikije, Jnpenwko le– baskije!-Probia probia, Zeruko loria! Ah! no entiendes?Rico, merlusa de impierno; probes, de sieloflores.,, Tal fué su primera confrontación con el alma baska!Cuán antipática! Le preocupó mucho aque– llo. A fuerza de devanarse los sesos comprendió unasola cosa, la cual no sabía formular sino á ma– nerade verdad de·Pero Grullo: mientras el pueblo baskose parezca á sí propio, no puede parecerse á losdemás. De donde fluía la consecuencia práctica, con meridiana claridad: todo lo que trastorna y cambia el modo de ser genuinamente basko, en cualquierorden y por cualquier motivo, es bueno: la novedad es el ácido que corroerá lo pasado, de– jandoal descubierto el alma baska, como una ostra á quien le arrancan las conchas protectoras. Influi– dopor esta idea, que el curso del pensamiento le renovaba,cesaron de flamear odios los ojos dirigi– dos hacia la Jayápolis ll}Oderna. El emporio de los placeresenvidiados trocábase en simpático labora– toriode la transformación social. Jayápolis, con su
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