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A. CAMPIÓN to repleto de sardina que inmediata.menteera apar– tado y substituido por otro. De rodillas en el suelo, entre charcos de agua, á la luz trémula de farolillos de mano, las pescaderas, hincando entre los ado– quineseJ dedo gordo del pie, en impaciente , expec– tativa,extendido el cuerpo sobre las cestas, aguijo– neabancon agrias reconvenciones la distribución del pescado y contaban, velocísimas, el número de sardinasque les caía. La presencia de Lajumera fué en seguida notada. Cierromurmullo hostil, reprobatorio, cual la ondu– laciónde la ola que se encrespa, recorrió el grupo: -"zozo-listo, zozo-listo!,,, fué la palabra que sonó á mediavoz entre risas burlonas. Lajumera, disi– mulandocon actitud arrogante su recelo, clavó la miradaaudaz en la mujerona que al parecer pre– sidía la distribución y recuento, arropada en una toquillade lana burda que redondeaba el volumen delcorpanchón, menos visible aún, siéndolo mu– cho, que el abdomen. La mujer andaba de aquí pa– ra allá, y sus zuecos relucientes marcaban sus pa– sos con martil.Jeode tonelero. Observando que Lajumera insolentemente la mi– raba, se detuvo: -Qué es eso, hombre? qué te hase falta? Has veniro á ver la pesca de compañeros? Ni un mal sardina traíro las trañeros de ellos; al drevés nos– otros, peste! - Ca! no habrán entrado-replicó Lajumera, aparentando incredulidad. -Asércate, hombre, y si tienes buena vista, que no tienes, allá verás las dos pintadas de errojo: Sin patrón, n. 0 I; Sin patrón, n. 0 2. La mujerona señalaba con el índice un punto del muelle. - Vete, pues, á echarles un discurso á los mari- , ñeles; así les llenarás la tripa con aire, ó algo!
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