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A. CAMPIÓN 147 lento.Atribuía Lajumera esa blandura, esa falta de rigidezy de acometividad, princip~lmente á la con– diciónsocial de Altube, que no era uno de esos obreros á quienes las paredes de la fábrica aíslan de toda influencia que no dimane del ambiente eco– nómico.Altube, al igual de los de su oficio, conti– nuaba en gran parte siendo aldeano, no sólo por su oriundez, sino por el género de vida, gracias á Jasmuchas obras que ejecutaba en el campo y le sometía,durante tiempo más ó menos largo, á la atmósferarural, sedante y apaciguadora, al indivi– dualismodel caserío basko. Cierto; los canteros, an– tes que los demás oficios, se alistaron en el socialis– moque él, Lajumera, ducho para la propaganda tras del aprendizaje en Bilbao, había organizado. Constábale que los conceptos de Altube no se explayabanpor los amplios horizontes de la revo– luciónsocial, y que repétía la palabra "solidaridad,, sinentenderla. La lucha contra el capital, por Altu– bey sus compañeros mantenida, era un ruin episo– diodel egoísmo personal que busca mejor asiento en el banquete de la vida, pero sin abrir el come– dor á todo el mundo. Era preciso contemporizar; la afüiaciónde los canteros daba mucha importancia al movimiento, destruía entre el vulgo respetos humanosy disipaba recelos preconcebidos. El pul– po internacional extendía sus tentáculos hasta la en– traña de la sociedad baska, por entre las grietas que lasluchas políticas habían abierto en la sólida ar– maduratradicional. Pero si Altube proseguía acen– tuandosus conatos de independencia y portándose cualpersona que aspira á discurrir por cuenta pro– pia,á la primera renovación de cargos se le reem– plazaría.-" Buscaré otro bestia..... pero dócil.,, Sin percatarse de ello, Lajumera había dejado atrás la boca-calle del Santo Arcángel, donde habi– taba. Pocos metros adelante, del sombrío portalón

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