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142 LA BELLAEASO - No puede sufrir que se hable de la Marina de sus antiguos compañeros de armas, desde que t~mó la absoluta, á raíz de la "topetada ,,, en la que se ne– gó á flgurar,-dijo Ramón Artola á media voz di- rigiéndose á Parnés. ' - Pobre hombre!-comentó Elosegi. -Digno hombre!- rectificó el organista, conaire de convicción. El general aprobó la frase meneando la cabeza, y luego, en tono irónico preguntó á Guzirako: -La escuadra por suscripción pública, eh? á pe– rra chica? La pregunta avivó la animación en que rebosaba Guzirako, momentáneamente atenuada por el epi– sodio de Serantes. -Ríase usted, mi general! El p~triotismo es así, loco. No se ha de mirar al resultao, sino á la inten– sión. Habrá perras chicas, pero también duros y billetes de banco! Eso de mi cuenta corre. Tengo aquí-y señaló su frente- un mar de festejos bu– llendo. Jayápoiis entera se verá comprometida á soltar la mosca; pienso haser una famosa. Como mía, sin orgullo. -Y sin modestia-añadió J uanito Insausti, rién– dose á carcajadas. -Pero con oportunidad, cascajo!-d ijo Pomés, procurando reprimir su mal humor. - Una porción de infelices van á romperse la crisma; justo es que de antemano celebremos una juerga. Es una aplicación de la caridad á la fran– chuta; de no haber fiesta, revienten los desdichados! El corro guardó silencio, esperando á que la dispu– ta entre el general y Guzirako se enzarzase por dis– frutar de la oposición de los genios, del lenguaje y hasta del tonillo. · -Mi general, usted está anticuado, ransio diría sino fuese compararle á un choriso. La gente quie-

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