BCC00R49-5-16-1700000000000000410

A. CAMPIÓN 129 presentaron á un ex ministro . ultramoderado, go– bernadorque fué de Madrid y antiguo periodista. Aloir que yo era enemigo de la revolución y que no quería volver al Ejército sino á la fuerza, me aconsejódebía ejecutarlo en seguida y pronunciar– me,con el batallón ó regimiento, á favor del Prí11- .cipede Asturias. Le_man~fes!~ qu_e yo por nadie cometeríauna feloma, y anad10: "S1 todos los alfon– sistas fueran como usted, jamás volvería D. Alfon– so.-Si todos fueran como yo, aun reinaría su ma– dre!,,- le repliqué. El Ju eves santo, después de las diezde la nrnñana, recorrían las calles de Madrid los coches de alquiler. Suponían los aurigas que la repúblicahabía abolido la costumbre democrática y piadosade caminar todos á pie por cuarenta y ocho horas. El público apedreó á los cocheros. Uno de éstos preguntó al que iba á alquilar su vehículo, creyendo que la libertad le daba el derecho de ser mal educado: "Di, ciudadano, adonde vamos?– Tú, á la m..... y yo, á otro coche,,, le contestó. Los "perros sabios,, se reían estrepitosamente, predominando el vozarrón de Elosegi, que parecía reírse dentro de una tinaja. El general experimentó un acceso de tos y se calló. El grifo de los recuer– dos se había cerrado. II Junto á Pomés sentábase Eduardo Barkaiztegi, el banquero cuya cultura, por haberse educado en París y Londres, era muy superior á la de sus ami– gosde infancia. Con él intimaba el general más par- ticularmente. · - Ese muchacho, objeto de la conversación an– terior, me interesa . Es muy joven? -Veintitrés ó veinticuatro años,-replicó Bar- 10

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz