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A. CAMP!ÓN 127 comoyo, ni son tan, ~iejos (más Jes__vale!),ni_han sidotestioosde tantis1maporquena e mdecencia co– mohe p;senciado . El artículo "P.olíti~aesp.añola!, está bien escrito; hay soltura, nervio, cierto ¡uventl lirismoque me seduce. . , - Luis es muchacho ltsto-apunto el cachalote de Elosegi. -Se conoce. Es madera preciosa, sándalo ó éba- no, de periodista. Ojalá no se de~ique á ell?, si es honrado!La hampa moderna esta en el periodismo. Ellos y los políticos son los pícaros de hogaño. Ah! si los hubiesen conocido nuestros novelistas del si- glode oro!..... . El general alargó los labios en forma ele hocico y los movió rápidamente de derecha á izquierda; arrimó la mano extendida y de canto al ángulo iz– quierdo de los labios, volvió la cabeza y escupió por el derecho. Era sefial infalible de que se dispo– nía á echar una parrafada y á volcar sobre la mesa el cesto revuelto de sus recuerdos. Los "perros sa– bios,,aguzaron el oído. - En política no hay vergüenza. Se acuerdan us– tedes de Córdova, el que disolvió el cuerpo de Ar– tillería?Sin saber por qué razón, no estando enton– ces en sus opiniones y sin conocer ni esperar sus efectos,se le ocurrió dará la tropa el grito de "¡Vi– va la libertad!,, A los veinticinco años de edad era coronel.Apaleó periodistas y se sublevó el 41 y 43. Fué moderado, unionista, revolucionario, ministro de Isabel II, de D. Amadeo y de la Repúbltca. Des– de 1868 al 74 llevé yo en la cadena del reloj una monedade Tiberio, una cornetita, una medalla de la Virgen y un pito: todo de plata. Si me pregunta– ban, qué significan esos dijes? contestaba: la corne– ta, que soy militar; la medalla, católico; el pito, que silbo á los políticos que nos mandan, y la moneda, que esto es .un tiberio. Otro general, muy famoso y
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