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A. CAMPIÓN 121 pensamiento_íntimo, ,~¡ de esc~ger pal~bras para expresarse,m de suav,~ar el ton_1lloreg1~nal; cen– cefio· verdinegro, de bigotes lac10s y perilla napo– Jeóni~a, hasta su aspecto físi~odisonaba en aquella reuniónde gipuzkoanos rubios, barbudos, de panza estomacalproeminente, que hablaban con suaves modulacionesde voz. El general apareció en Jayápolis por razones del clima y presión atmosférica que convenían á su en– fermedadcrónica. El cobro de ciertas letras que le facilitó, á poco de llegar, el "perro sabio,, Remigio Saralegi,establecieron relaciones entre el agradeci– do aragonés y el confiado y amable easonense. In– trodújoleSaralegi en la tertulia; halagó á los bur– guesesel trato con un general, y le acogieron bené– volamente.Su extraord inaria memoria, derramán– dose en incesante lluvia de anécdotas, .chascarrillos y recuerdos; su aplomado sentido común, su fiera sinceridad y la crudeza de su vocabulario hacían gracia á los contertulios y les sacaban del camino trillado.Por todas estas prendas disimulaban los "perros sabios,,algeneral su antipatía á las cosas bas– kas, y lo que se les hacía más dificultoso aún, las sabiasdisertaciones sobre las monedas celtíberas, que eran de las pocas sin curso entre aquellos co– merciantes. - Me lo han de enseñar ustedes, si viene-decía Parnés, agitando un periodiquín;-esto es "filibuste– rismopuro; verán ustedes adonde nos llevan estas ideas, si se consiente su propagación. Y claro es que lo han de permitir: para eso somos liberales, para soltar la dula por el pueblo. Que los animales atropellarán á alguno, que le atizarán un par de co– ces..... ¡no importa! los ataremos después. El dere– cho á cocear está inscrito en el artículo tantos de la Constitución. Riéronse los "perros sabios,,, sin que la risaimpli-