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A. CAMP IÓN 117 frente les increparon: "Tontos! ¿por qué os paráis?,, -" Venid,,- replicaron los del primer grupo, á quienes interesaba el espectáculo:-hay un muerto: qué boca tiene! parece que se nos va á tragar á to– dos!,,Acudieron, corriendo, los de la otra acera; la frase "hay un muerto,,, repetida, incitó la curiosi– dad de la calle. Antes que á Joshepa y Martín se les ocurriese meter el cadáver en casa, se interpu– so un corro espeso de gente, imposibilitándoselo. Todos preguntaban á una, y las respuestas, incom– pletas ó inexactas ya en el centro del suceso, alte– rábanse al recorrer los radios de la circunferencia. - Chico!- díjo un obrero á otro que llegaba- los dueños de la taberna 1;uevaintroducían de matute un muerto: ¿pensarían servírselo á los parroquia– nos?-EI dicharacho movió á risa; varias carcaja– das sonoras dominaron á los gemidos de Joshepa, que asaeteada por tantos ojos indiscretos é incom– pasivosno sabía lo que hacer ni decir. Un guardia de orden público, apurando en el ángulo de los la– bios la colilla que le chamuscaba el bigote lacio, se abrió camino á empujones. Preguntó cuatro ó cinco cosas, y por conclusión dijo en tono rajante: "Bue– nu, buenu! el muertu al depósitu de cadáveres y ésa alJuzgadu. Allá s'aclarará todu!,, Al decir "ésa,,, señaló con el índice tostado por las colillas á Pachika, la cual guardaba su puesto á la cabeza de la yunta para que los bueyes no se des– mandasen, á la vez que sorbía sonoramente por las narices los lagrimones que Je surcaban las mejillas.
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