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,\ . C/ 11\I PIÓ :'I 115 primer pique1;1zo á esta pocilga. ¡Vaya una casa que van á levantar los señores!..... Ayer vi los planos .., - ¡Mañana!-ex~lamó Martí~. atr:agantán~oseleel adverbio y despreciando el caltficatlvo. ¡Manana!..... Contempló las paredes, la cuadra, la escalera des– vencijada:una lágrima vergonzante asomó á uno de sus ojos, y Martín inmovilizó los músculos de la cara para que no rodase. Shidoro, asido por debajo de los sobacos, se arras– tró hasta el zaguán. Allí le envolvieron en una bu– fanda,Martín le tomó en brazos como á un niño y Josepha abrió el paraguas para resguardarle has– ta la carreta de bueyes, á unos cinco metros del portal. , El criado contempló la maniobra, y riéndose disi– muladamente,dijo á media voz: -Ese quisque lleva viaje largo. MetidoShidoro en la carreta, acostado sobre el colchon,abrigado por las mantas, corrieron Martín y Joshepa la cubierta de hule, procurando cerrar las rendijas á la lluvia, torrencial entonces. Cuando se encontró sin luz, Shidoro se echó á llorar. Des– defuera se percibían algunas de sus palabras:" ¿Qué he hecho yo·para que me lleven á la cárcel? ..... no quiero irá la cárcel, no quiero!.....,, Pachika aguijoneó á los bueyes. "Hasta luego,,·, le dijeron sus padres. La carreta se puso en mar– cha, precedida de la boyeriza que recibía sin de– fensael chubasco. Al pie de la cuesta, al penetrar en la carretera se detuvo unos instantes, levantó los ojos y dirigió al baserri, medio oculto por los árboles, una despedida cariñosa y triste. Sopló el viento, descorrióse en parte el hule: este episodio cortó la emoción que se estaba enseñoreando de Pachika. Pero no logró cerrar todas las rendijas, ora por torpeza, ora que la impetuosidad del viento se lo impidiese, así es que el agua penetraba á cho-

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