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108 LA BELLAEAS0 qués que tenía usted una hija muy guapa, de las que me prescr ibe el médico. AcordJ11dosede nues– tro Círculo, la llama La Bella Easo. ¿Por qué no la trajo consigo para que me ayudase á buscar la ganga que usted pide? Aumentó el disgusto de Martín, é Irigoyen, apar– tándose del escollo de las bromas pesadas, varió el derrotero. En castellano, dijo tras una breve pausa: -Basta de bromas! No poseo valores locales· puedo proporcionarle acsiones de la gran sosiedact bilbaína Sirio, de préstamos agrícolas é industria– les, seg~ros terrestres, marítimos y sobre la vida; una sos,edad en grande escala, que no obstante ha– llarse en sus comiensos reparte dividendos de ocho y diés por siento. También le suministraré acsiones de La Ibérica, sosiedad anónima importantísima domiciliada en La Habana. Podemos desir que to– do el elemento peninsular está interesado en ella; en cambio los mambises la aborresen de muerte y se la tienen jurada. Vea usted los nombres del Con– sejo, los de los acsionistas: ¡cuánto apellido basko! Iturzaeta, 100 acciones; Iraburu, 500; Aparáin, 1.000; Alzíbar, 2.000; Lemonate, 900, etc., etc. La sosiedad persigue un doble fin, patriótico y de lu– cro. Omito detalles, largos de exponer é inútiles acaso para usted. El día que esta sosiedad lleve á la práctica su plan gigantesco, las insurrecsiones en la Isla no serán posibles; los puntos estratégicos quedarán interunidos por líneas férreas; el sentro de la manigua desbrosado por grandes colonias agrícolas de origen peninsular, sentinelas avansadas de la Patria. El capital sosia! está garantido por el Tesoro de la Isla. A pesar de la guerra paga corrien– temente sus dividendos, ¡y en oro, amigo don Mar.– tín! Estos días se ha inisiado una pequeña baja en las ibéricas, que hasta la fecha se mantuvieron fir– mes: mejor para comprar . Espafia, más tarde ó más

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