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A.. CAMPIÓN 105 doro le encargaban del papel de Fafner mientras eHosanclaban fuern ele casa. El pobre viejo, cuyo pecho se iba pareciendo cada día más á una olla en ebullición,se pasaba las horns sentado sobre el ar– ca, abierta le vent:.in,1 pra dar voces cuando fuese necesario, acompafiado de "Pinto,, , que le miraba · á la cara con ojos inteligentes y cariñosos, y le la– mía las manos. En otros tiempos ilO hubiese existido problema. Ajarte se habría encargado de la colocación del ca– pital, ventajosa y garantidamente. Nunca, intervi– niendo el conde, se perdió un real: era persona de buen ojo y escogidas relaciones; pero cabalmente si alguna persona existía entonces con la que no quisiera Martín ponerse en contacto, era el conde; temíá sus reproches, que él de antemano estimaba justos porque su conciencia le motejaba de desleal. En los diálogos con andre Joshepa, más ó menos obíicuamente, volvía á la idea predilecta de com– prar otro caserío; pero la mujer Jollevaba tan á mal que no insistía. -Acude á Guzirako-dijo por fin andre Joshe– pa;-la gente dice que es hombre muy listo para estas cosas. -Pues á Guzirako- replicó Martín, ávido de una soluciór., y la propuesta le parecía acertada. Al día siguiente vistió Martín la ropa dominguera y se fué á Jayápolis, presentándose en la hermosa tienda de la calle de Urdaneta, llena, por ser hora matinal, de cocineras y aldeanas . -¿D. Ju an Bautista?-preguntó. -Ar riba, en el escritorio; por la puerta de la ca- lle, entresuelo, izquierda. Del bullicio de abajo era viva antítesis la tranqui– lidad de arriba . En un cuarto alegre, sobriamente amueblado, entre los dos balcones con mirador que inundaban de sol la pieza, adonde se llegaba atrave-

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