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i04 LA llELLA EASO - Precisamente, en la comida me fundo; la ten– go aquí-y se pegaba con el puño en el epioastrio· - la tengo aquí; no la puedo pasar; es un ca~ho d~ piedra; antes ..... antes ..... -Antes era usted joven, y ahora es usted viejo y muy viejo. Más valiera que se acordara de ello al comer la ración. Shidoro bajó la cabeza, disgustado, y añadió, en tono de reproche, mientras se levantaba de la silla: - He comido lo que tú me has puesto! Dió las buenas noches y salió del comedor . AJ bajar la escalera, arrastrando los pies, le atacaron tres ó cuatro náuseas. -Se me figura que ha bebido un poquito de más; estará krak krak. Las palabras de andre joshepa obtuvieron una risa aprobadora y disiparon la única impresión des– agradable que durante varias horas había experi– mentado la familia. IV Aquella noche pudo verosímilmente atribuirse el desvelo á la copiosa comida. Ello es que a.ndre Jo– shepa y Martín, no logrando conciliar el sueño, se engolfaron en el problema de la colocación del fla– mante capital, y hasta disputaron un rato. Pero las noches siguientes, tras de la parca cena y de la fa– tigosa labor diurna, se repitió la vigilia: marido y mujer solían, por tanto, levantarse deshumorados y ma l dispuestos para el trabajo. "El dinero metido en el arca - decían - nada produce; estamos per– diendo un dineral y corremos peligro de que nos lo roben. ¡Si llega á oídos de esa gentuza que traba– ja en el tranvía nuestra buena ventura!... ..,, A Shi-
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