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!QJ L\ !3::'.Li.A EAS:) la mesa. Al p:irccer, el punto de honra consistía en que no hubiese sobras; y no las hubo. Hasta el vie– jo Shidoro que, de tiempos atrás, padecía invenci– ble inapetencia, no adoleció de ella. Se le colorea– ron las terrosas mejillas. brilláronle los ojos morte– cinos, y el mismo hervoreo del pecho se le dismi– nuyó durante aquellas horas. El primer erupto dis– parado fué el suyo: "Buen provecho!,, exclamaron todos, mirándose complacidos. Las carns se iban alegrando; á mitad de comida se rompió el silencio y comenzó una conversación bulliciosa que la risa, por el más fútil motivo y aun sin motivo, interrum– pfa. Lo extraño de la fiesta es que cada uno cuida– ba de no aludir á la causa de ella, y de todo se ha– bló menos .de la venta del caserío y de los proyec– tos sobre lo porvenir. Como la alegría, en ambiente á propósito, es co– municativa, la de Tomasha bastara al contagio de todos. Constábale por mil sucesos que su figura atraía la atención en cualquier sitio. El espejo, cóm– plice de la común sentencia, confirmábale á menu– do el requiebro de "guapa,,. Mil veces al atravesar el puente los días de invierno, erguida bajo la re– pleta banasta de comestibles ó el enorme fardel de ropa, oía las exclamaciones que de las capuchas ele los hombres, abrigados en sus impermeables, sa– lían cuando ella pasaba al lado de ellos contoneán– dose airosamente, sin recatarse de exhibir las tor– neadas pantorrillas. Otras, di.irante el mes de Agos- '""''- ·to, antes de volver al caserío iba con sus amigas á ¿ -r M ·, ar un vistazo por el paseo, á contemplar á las t""<v~ · flo ·ras, ~or defiuición ricas, eleg~ntes y _l~ermo- 0" ~ s."'-ij 'temanse en la acera unos mrnutos, nendose >- ~ e t - y figuras, mas no sin tomar exactísima no- ~ 'ti~ 1odas; y á pesar de la banasta, y del per- ~ :\BIB110 ~ sol y la lluvia habían descolorado, y ele o ~ te . . ida y sudorosa, si los caballeros adver- ,u .¡t · * . .. a. .Jf .,~ .. ~ .,lSASV .'/J

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