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80 LA BELLAEASO -- Sitio, sitio!-pedía en baskuenze, con voz cla– ra y vibrante.-Somos baskos, bailamos como bas– kos. al estilo de nuestros abuelos cuando eran li– bres y espejo de honradez. Dejemos que se aga– rren y se apeguen los monos y sus imitadores los maquetos. Muchachos. á la cuerda!; muchachas, á esperar que os saquemos! Los recién venidos, asidos de las manos. forman– do semicírculo iban dando vuelta á la pradera, pre– cedidos por los dos gordos y barbudos chistularis. Los mutiles invitados iban entrando en la cuerda. A la sorpresa y perturbación de los primeros ins– tantes había sucedido una curiosidad simpática. Los caseros viejos. especialmente, comenzaron á dar se– ñales de satisfacción:- "Eso. eso!,,--decían. descu– briéndose respetuosamente delante de los "caballe– ros.,. Las aldeanas estaban conquistadas desde lue– go por el gentil continente de los recién venidos. La satisfacción, empero, no era unánime; algunos grupos de kaletarras se retraían foscamente en el pórtico, rnurmurando:- "¿Por qué vienen esos co– chinos bizkaítarras á fastidiarnos? quién les auto– riza á deshacer el baile organizado é imponernos sus modas?,,-EI acordeonista tartamudo, enfure– cido, con voz de perro á quien aprietan el gaznate, lanzaba injurias que algunos aplaudían. Al pasar de– lante de él le arrojó un duro el guión de los recién venidos:-"Toma y vete, aldeano descastado; no un duro en el bolsillo, sino en In cabeza merecías. Por hoy toma ése; ótra vez acaso te daremos el segundo.,, Agarró al aire la moneda y se retiró hacia el pór– tico, sin sellar su boca 111alclicic11rc, perseguido por la burla del mayor número .. Las muchachas, distribuidas al azar en diversos grupos. contemplaban el paseo circular de la cuer– da, descosasde qu~ llegase el momento del saludo
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