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78 LA BELLAEASO -Pues yo apenas me he separado de ella; mien– tras bailábamos y nada más. Te he visro que man– tenías conversación, que ella se reía mucho en son de burla y se escapaba de ti. He salido á tu en– cuentro ; ya ves. No digas que las dos hermanas te tratamos mal. - No hay sem ejante cosa- exclamó Marchiku contrariado. - Ella es muy aflcionada á las bromas. Es de las que al perro le enseñan el pan y se lo ha– cen bailar; pero ..... ¡acaban por dárselo! Pachika se echó á reir. - -Ve rd aderamente, así juega con nuestro "Pin – to,,. En cambio á mí me falta corazón para traerlo al retortero. Apenas me mira con sus ojuelos codi– cios9s, arrastrándose sobre las nalgas y meneando la cola, le suelto el bocado: ¡cuanto más grande, mejor! Hablaba candorosamente, sin oculta intención egoísta, asomada el alma á los grandes ojos garzos de mirar sereno, dulce y melancólico. Marchiku se engalió acerca del sentido de la fra– se. Comparó á las dos hermanas y dijo, displicente: - Pienso que de poco te sirve; "Pinto,, prefiere á Tomasha ; por lo menos anda más á menudo con ella que contigo. Escuclrn ..... dime la verdad. He ·oído una cosa..... - Cuál? - Que habéis vendido el caserío por un montón de miles de duros; que os vais á Easo. Es cierto? -- ¡Pronto corrió la noticia! Cómo se saben las cosas? Ayer Armaron la escritura . -De suerte ..... - Sí, como dijiste. - Tomasha ..... se marcha contenta? -Medio loca; también la madre. -Y tú? -Yo ..... yo .....- balbució Pachika-¿y á ti que

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