BCC00R49-5-16-1700000000000000410

70 LA BELLAEASÓ nas dóricas, brutalmente descantilladas por choques y rozaduras carretiles. Era el pórtico antesala del establo; lugar de tránsito para las bestias de yugo; sitio de carga y descarga; depósito de arados, aza– das, layas, horcas y demás instrumentos agrícolas; cochera de carretas; estancia provisional de cuanto había de guardarse dentro, y desaguadero de cuanto dentro estorbaba. · Los domingos y días de fiesta se desembarazaba el terreno amontonando las cosas en los ángulos. Er:icomunicación con el pórtico, la bodega, que las cubas de sidra ocupaban, y á ella pegante, puerta por medio, la cocina, cuya vecindad delataban el hervoreo de los fritos y el humo aceitoso. Los zi– zarristas, por respirar mejor aire solían invadir el pórtico, refugio asimismo en los días lluviosos, más frecuentes que los secos, de los bailarines de la pradera. Aquella tarde bailaban sobre la hierba, puesto que aun no llovía. Un hombrezuelo de cabeza gran– de y cuerpo chico tocaba la .filarmónica bajo las ra– mas deshojadas de un árbol. Tenía la expresión triste de un enterrador en la cara barbilampiña de un cura; era uno de esos idiotas de aldea repletos de malicia y camándulas; le interpelaban las gentes con el nombre, ambiguamente pronunciado, de mu– tiló motel; de marcarse el segundo, demostraban la exactitud del calificativolas injurias estropajosas que le sugería la cólera. De ordinario, al parecer, estaba abstraído en sus funciones de músico; movía el cabezón, caído sobre el hombro izquierdo, al compás de la .filarmónica, y los párpados á medio entornar ocultaban los ojos mortecinos, sin duda. Mas los párpados, en ocasiones, dejaban al descu– bierto una mirada gatuna ante el ratón, que intensa– mente se enfocaba á las mujeres con ansias de sá– tiro cauteloso y desdeñado.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz