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X PRÓLOGO odio hacia los burgueses, teniendo por finalidad, no la mejora de posición debida al trabajo honrado é inteligente y á la solidaridad obrera , sino la obteni– da sentándose él en el cómodo sillón de alguno de sus detestados opresores. Hago punto final, desde luego, en esto de- citar tipos populares de La Bella Easo, porque si me propusiese enumerar todos los que son dignos de mención, sería el cuento de nunca acabar. A medida que la persona estudia, aprende, viaja, se pone en contacto con gentes de naciones y carac– teres diferentes y adelanta en posición social va adoptando, cada vez con mayor escrupulosidad, la librea cosmopolita. Poco á poco, hábitos, costum– bres, manera de expresarse, todas las manifestacio– nes exteriores individuales se acomodan al mismo patrón universal, con mayor ó menor exactitud. La acción metamórfica prosigue su labor incesante, y aunque con lentitud ya más acentuada va después desfuminando, desdibujando los contornos, antes perfectamente acentuados, de la mentalidad especial étnica. Por esa razón no es posible encontrar ni en los burgueses ni en la aristocracia más ó menos auténtica de las ciudades, la novedad, el relieve y color especiales que destacan tan poderosamente en las gentes humildes sobre la monotonía gris de las que, viviendo en poblaciones, disponen de recursos suficientes para llevar en ellas existencia cómoda, más ó menos confortable. Ante esta circunstancia, y dejando de lado por el momento cuanto se refiere á la acción desarrollada en la obra, ¿cómo se las arreglará el novelista para presentar personajes de las clases acomodadas que, siendo reflejo fiel de la realidad, seduzcan y cauti– ven al lector por sus rasgos de carácte_r, por sus cos– tumbres, por su manera de expresarse, etc.? Cons.: te que hablo de novelas cuyo escenario es una po-

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