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47 dando as í ú ent ender de una man era manifiesta , que pod l'ia eneon– tra rse otra mús en armonía con los pr ecoptos legc1lc•s y los p t·in– cipios ele ju s ticia . Si ha sosten ido en prim crn instan cia CJUl"' se adopta ra paea la distribuci ón ele los terr enos un ü•1·mino medi o proporc iona l, teniend o en considerac ión el vcc ind,wio acLual cll~ los pueblos y la cant idad con que cncla uno con l1·ibuyó ol pag o de los 12.000 ducad os, ha s icloporqu e viend o el ernpciío de la L'L'pr csenta– ción de Tud ela en que se ncc ·pto.ra como única ba e la pr oporc i()ll que se observó al distribuir e ntre los pueb los la cxpt' L'sadn cnnti– clacl,y ú los demús mant ene1· con veeclaclcr a reso lución que la base procedente y lega l era la del vcc inclar-io según el úllirn o censo) q11i– so atra erlo s ú una so lución ambtosa) cliviclicnclo l él <li f<.'re11cia. Poi· lo demá s , la co mbin ac ión, qu e proponía la rc pr cse ntn c iün de Cnrl'– lln, era la misma que había pr opu c ~to Tuclela ell el pl'oycc t.o dt~ división so me tido tí los condu cüos ant es de que cornúnzn1'a esLc pleito, pro yecto que fué r echaza do , pon iendo ú los que dcsc\ab,:111 a di.~olución de la Comunid ad en el pr·cc iso caso ele 1·ce111Ti1· ú los Tribunale s . Hoy) cuunclo cuatro de los se is pu eb los clc 111n11dnclus han aceptado la d ivi s ión y lns reg las ú que ha ele s ujc ta 1·s l', cuando Fit ero es ya el único que impugna se r-iarncn te y en el fondo ln divi– sión pr et endid a, cuando ya no hay que snccificar lo que .~0 u ·ee justo ú lu conveniencia de apre s ur ar la cliso lu c ió ll <.le In fncc rí it, hemos de acudir al terr eno legn1, úni co en que los pu ebl os eh ·ilizn– clos libcan s us conli enda s juricli cns, únj co on c1uc los Trihu11nle · de– ben coloea r sc nl dec idir l<1s cues tiones so b,~c pr opiedad y dominio . El cons ider ando 9.º , úni co que la se ntencia del iuferior hn. clc– dicndo Ct la cues tión especia l en cuyo examen nos ocupamos, 110 re is te ú un ligct'C>onúlis is . Comienza por afirmat' ese eonsi<lc•r¡_rncln qu e el tér ·nün o medi o res u ltantc cn tt c el pr ecio ele lo pagado r>or los Mon tes y el Yecindario ele los pu eb los que const itu y<'n ln Cornu– nidad no es aceptab le para Ja d ivi s ión, porque al partici¡wr del uno !J clel ofro lleca inherente el oicio que aqueja el que 1w sua admJ– -~iblc: la r ozón, s i ta l nombr e merece ) no pu uc1c~ati sfaccr ú naclk , poequc en últim o res ultad o lo que nfirma la senLcucin, (:S que no ~<' admite el término medio, porqu e no es aclmisible . Se hn qucr .irlo s in duda s ignificar que entr e dos extr emos nnt i t6bcos , la lrga lidad tie– ne que adornar ú uno ó ú otro, y que pol' tanto el t6r n1ino medio partic iparú, s i bi en ea en menor· esca la, de la i nju sUda c1uc ú uno de los extr-cmos afecta. Si este es el sent imicnLo del Juz ga do, que tan mal tt·acluce la fr a. e indicada , no tenemos in eo nYcni cnte alguno en nccpt arl o, porqu e efect ivame nt e la ilega lidad de un o ú <.k ot ro extremo ha de reflejarse por nece~idnd en el término medio. Así lo
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