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5 por Tud ela; y si consi ntió qu e aqu el pl eit o qu eda ra s in cur so ulte– rior, ha sta el punto de qu e se piclie1'a y ob tuvi ese la declar ac ión do caducidad de la in stan cia, no int ervino en ese ·consen timi ent o una volun tad libre , s ino forzada por las circunstanc ias : fueron tant os y de ta l calidad los obstáculos op ues tos por los otr os con el m:üos, que hubo de conocer el Ayuntam ient o ent onces dem and ant e la i.rnpos ibi– lidad ele llegar nl fin dese ad o, y la neces idad de aguo1'dn r ú qu e nuevos conflictos produj eran en los clemús los mi mo::- se ntiird cnt os que le imp elían ú procurar la de sa pari ción de l motiv o do tantn s dis– corclias. Así es que de sde qu e Tud eln presentó la nu eva demandn, Co1·olla hizo todo s los es fuerzos imaginabl es para qu e terminara el liti g io poe una tr ansacció n: manife stó que la disolución de la fLwc1·in crn necesa ria baj o el aspecto eco nómico, é inex.cusa hle den tr o de la le– galidad vigente des de el mom ent o mis n10 en que un o de los co n– dueüos pedía la divi s ión de la cosa com ún: a~cptú la nrnyo r parl e de las ba ses prop ues ta s p or Tud ela para el repa 1'to ; y úni cament e le merec ier on coi-tés y nada Yiolent a impu gna ción aquellos qu e lle– Yaban en s í mis ma s un ca ra cte r de marcada inju st icia, como In que determinaba qu e en' la tasac ión de los terr enos fue l'a comprC'11d ido el va lol' de la s plantaciones hechas por particulares, y la que frjaba como punto de partida para la di\'i s ión e ntr e lo~ condu c1 os la cn11- tidad que cada un o sat isfizo ú la Corona en el mio 1GG5, ele mnncra que la parte que se le adjudica se g un1·<lar-a1woporcic'>nexncta cnn la suma ent onces sat isfec ha . Cr eyó desde lu ego que s us 1woposit io– nes se rí an aceptadas por unanimid ad , s iqui crn en cuanto se rcfodai1 á la primera de las ba ses impugnadas, ya que todos, con perfec;to acuerdo, ha b íun soste nid o en el pl eito anterior como cloclr inn in– concusa la de que no clobín in clui1'se el va lor ele la s plantaciones en la est ima ción de l terreno divisibl e , cuando se llevase ü efecto la diso luci ón ele la face da; y como no int ent aba mas que s 1wv izar asperezas y ·armonizar vo luntad es parn llega r ú una transacción , no Yaciló en sacr ificar s us propias convicc iones en nras del b ien corn ún . Habían prop uesto alg un os de los puc lJlos interesado.· c1ue la hase pr incipal para el repa rt o fuese la del vec indar io ele cada uno; l1ah ía manifestado Tud ela s u pr opósito eleque se dividieran los tcrtrnos en la misma proporción que se ob ·er·vó al clis tr-ibuir e ntr e las Mu– nicipalidades faceras los 12.000 ducados que pagaron ú Ju Cot'ona en '1665: Corella indicó que se adopta ra un término med io . Arro~Lra– ba el pe ligr o de que se le tachara de inconsec uente ; ve ía la d ificul– tad de sostener en el terreno lega l la oportunidad ele un a so lu ción , que ú nada real r es p ond ía, y que .·olamc n to podía indicarse como
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