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-66- le coneierto~, que han sido otros tanlo> acontencimientos musicales gfosados por los más grandes c iticos de la prensa de aquel Imperio. De una importantísima revista musical de Berlín entresacamos las siguien· tes líneas. Viene á ser una relación descriptiva de la famosa tou.rnée. En Heilbronn tuvo lugar el primer concierto,siendolaGran Sonata para pia– n'> y violín, (op. 47,) á Kreutzer, de Beelboven, la elegida para el estreno de la gi1a artística por Alemania. La impresión que recibió el público al oír las pri– meras frases del adagio sostenuto, dicbas del modo con que lo hicieron los admirables intérpretes, fué tan íntima que el público en masa no pudo Conte– ner la emoción, prorrumpiendo en exclamaciones de asombro y entusiasmo que duraron !argo rato. El concierto, dice el cronista, foé una jornada de gloria y honor para ambos genios de la música, y comienzo feliz y afortunado de la actual campai\a. · La industrial ciudad de Pforzheim dispensó á Sarasate un cariñoso recibi– miento. No es posible expresar el entusiasmo, el orgullo, la íntima satisfacción que en los españolos despierta la presencia de Sarasate. Fué el concierto una manifestación del sentimiento patrio, de amorosa con· fraternidad. Terminado éste, y no bien cesado el úllimo aplauso, acudieron to– dos los compatriotas á expresar á Sararate su cariño. A la terminación de éada uno de los números, el públir.o pedía á gritos la repetición. La Marx tocó música de Mendelsobn, Saint·Sa!!ns y bistz, y Sarasa– te, entre otras magníficas obras, la Rapsodia Asturiana de Villa, que agradó extraordinariamente. Como detalle, publican los periódicos que entusiasmo igual no se ha conocido nun~a en Dresde; que el concierto duró más de tres ho– ras, y que como el público insistiera en nuevas repeticiones y no quería salir del teatro, se apagaron las luces de la sala, y viéronse obligados los artistas á complacerá sus admiradores tocando á oscuras durante un cunrlo de hora, te– niendo que salir á escape por la puerta del escenario dejando al público que to– davía pedi11. más música, El paso por Darmstadt fué una série continuada de. manifestaciones de !lfectos y simpalía á Sarasate. Los que aaistieron en Febrero al interrumpido concierto quedando hondamente impresionados, acudieron al concierto da la resurrección del artista querido, y no es para descrito el regocijo de todos 111 escuchar de nuevo las excelencias del arte insuperable de nuestro querido pai-' sano. Los conciertos dn Berlín han sido espléndidos. Las llamadas á escena in– numerables; y á la terminación se repetían las ovaciones en la calle, y un públi– co inmenso acompañaba á los artistas al hotel. Los grandes diarios al descri– bir los conciertos, han expresa<io su inmensa satisfacción por hallarse Sarasate en la plena posesión de sus facultades portentosas, y r ejuvenecido después de su enfermedad. En el actual giro ha demostrado una robustez y un vigor in· creíbles. Cabe mucha gloria de la brillantísima t-Ou.rnée al notable acolllpañante, el amigo inseparable de Sarasate, M. Otto Goldscbmidt, organizador y alma de esta gira musical, que es una página indeleble y hermosa en la historia del Arte. Y aunque sean sucintas, también merecen inset·tarse las impre– siones personales de Sarasate contenidas en !ns carh1s siguientes (omito para no ser difuso;s us escritos de 17 Octubre desdeStrasbur– go, ~O del mismo desde Heidelberg y otros.) La primera del 24 de dicho mes, dirigida á Don Alberto Huar– te, es una Jindlsima postal finamente m iniada en color es, r epr e– sentando la plaza y monumento á Lodovico I, y en ella se lee lo siguiente: Darmstadt 24 Ocbbre 1907. El mismo público queme vió caer el ailo pasa-

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