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-50- elocuente su dominio del violln: en esa ocasión sobrepujósc á si mismo, en tal proporción qne ninguno de los conr.urrentes hallaba. manera. cumplida do expresar con palabras su asombro, parecién– doles que habla estado superior á si mismo; interrogaban á Otto Jos admiradores, qué explicación tenia aquel fenómeno á lo que el i11tcrpelado contestaba con sencillez: • hoy tiene un bnen dla, por– que es su primera presentación al público en esta temporadti, en– contrándose desr..ansado y fresco.• El profesor Banermann, de quien procede este recuerdo (a) agrega el siguiente comentario: "Olros mortales tocan mejor una obra, cuando hl han tocado diez veces sé– guidas en una temporada. El perlenecí:i a esos pocos virtuosos que han nacido, que se sentían solo á gusto, ante el gran público y que t11to11ces dan lo mejor que lienen dentro. A él todo le ocurría por arle de encantamiento: predestinado por la naturaleza para ol violín, contaba á menudo que había trabajado y es– tudiado intensivamente durante algunos años en su juventud; que su maestro Delfln Allard, en París se había concretado á locar anle él y con él algun11s veces. No debía darse cuenta alguna de su manera personal de tocar; no reíle– xionaba sobre el porqué de su manera, no buscaba el ensefü1r ni el sorpren– der; pero para el público, lodo ojos y lodo oídos, era un maestro ideal. Ailádase á eslo que tenia un sentido desarrolladísimo para 111 hermosura del sonido; que poseía el dominio absoluto de los dedos sobre el mástil; que jugaba el arco sin dejar sentir su cambio sobre las cuerdas; que resbalaba en los parajes imper– cepliblemenle de una posición á olra; que sabía cubrir por completo lo~ defec– tos anejos á la condición de los instrumentos de cuerda, constituyendo con to– das estas cualidades un encanto incomparable cualesquiera ejecución, y jamás usó efectos superficiales impropios del buen guslo. Algunos le aconsejaban la música de Spohr, cuyas dulces melodías, meca– nismo, trinos y slaccalos parecían hechos para ~1; como no le gustaba el gé– nero, no quiso comrlbcerles; creyeron que no conocía á ese aulor y se equivo– caban, porque desde niilo lo babia estudiado y dominado, pareciéndole preferi– bles sus distintos repertorios. A Brdhms, le reser\'aba para su música de camera, pero no quiso locar el concierto de violín de ese aulor, porque no se podía r.antar en él: lenia sumo placer en locar música de comem, séria; y demostró ser un músico excelentísi– mo oponiéndose al parecer de muchos..... superllciales sobre el particular; la prueba palmaria de que era originttl y maravilloso, la daba siempre que ejecu– taba el quinteto en d6 de Schuberl ó el cuartelo en d6 mayor de Beelhoven. . . . . . . . . . . . . . ,, De su arraigo en aquel público dan idea las dos cartas si– guientes; y sino entro en pormenores de los conciertos A que en ellas se alude, es porque me propongo ser minucioso en las audi– ciones do afios sucesivos, y deseo no incurrir en nota de excesiva proligidad: l.• Varsovia 13 de Diciembre. 1880. Gracias, querido Baldomero por las aleluyas, y le encargo des un fuerte ahrazo á todas y lodos los indivíduos de la Sociedad "Aleluyas" á la cual deseo prosperidad y larga vida. (h) Esloy deprisa; solo puedo decirle que me eslá.1 haciendo grandes ovacio– nes en la capital de los polacos. (a) Debo estos detalltt A Mr. Goldschmidt. (b) Alude i 1& costumbre de ca.1·tearse en verso, ')Ue aoatu\·ieron una ttmporada cnlrc lla.. rloutu y amigos de Don Pablo.
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