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LXVIII cuerpo entero, en edad de unos 28 á 30 años, amplio bigote y tal cantidad de cabello, que le cubre las cejas, dejando visible, de la frente, un trozo triangular en el centro; la actitud es airo– sísima, elegante sin afectación, constituye verdaderamente una aparición; la que recordamos cuantos hemos visto al genial vio– linista avanzar ante el público, hasta inclinar su hermosa cabe– za, violín y arco en las manos, oculto en parte el primero por el brazo derecho. En verdad hay mucho de original en el cuadro, que delata á un pintor más que moderno, avanzado¡ de éste se afirma que su obra maestra más admirable es el retrato de su propia madre, existente en el Museo de Luxemburgo, obra de la cual asegura el crítico Ch. l\foreau Vauthier que basta por sí sola para cons· tituír la gloria y reputación de un pintor. En el Museo de Glascow existen otras dos obras de 'Vhistler, cuya potencia de expresión , originalidad de ejecución y sobrie– dad de estilo, llaman muy poderosamente la atención de los vi– sitantes. En Villa Navarra se conserva otra concepción maravillosa ·de este singular artista: es una vista de Londres, á la noche, en– tre las brumas y neblinas típicas de la populosa capital, á tra– vés de las cuales se abren paso las luces artificiales, reflejándo– se con palidez, por espejismo, en las aguas del Támesis. Cuadro muy digno de observación y susceptible de técnicas discusiones, pero sin duda de condición y dificultad que honran mucho al autor del lienzo. Este artista ha sido muy discutido y bien sabemos que en los campos del arte y de la ciencia no son las medianías, sino Jos ta– lentos. qllienes d11n lugar á controversi11s de esta índole. Fallecido \Vhistler sus pintu ras han sido y serán admiradas; el famoso 1·etrato de Sarasate, reproducido en más de cien pe– riódicos, es un hermoso estudio de negro sobre negro y los ar– tistas é inteligentes le han prodigado elogios sin tasa, lo cual no obsta para que carezca de parecido, especialmente en la vista: he aquí por qué Saras11te se felicitaba de que el autor no hubie– se llegado á ofrecérselo de regalo, ni en venta, aun después de haberse sacrificado á ser modelo durante 17 días á 8 horas dia– rias, en el cual período, Sarasate había dete rminado regalarlo á Pamplona. No fué Whistler quien lo regaló á Pittsburgo: el retratado ó su interlocutor olvidan ó ignoran que ese lienzo fué vendido en 25.000 francos á Glascow; y que más tarde el millonario ameri– cano Carregie Jo adquirió (no sé en qué suma), para donarle al Museo de Pittsburgo. Max. Scbüler, pintor alemán, de Francfort hizo también un buen retrato al óleo, hacia el año 1884: nada me consta del pa– radero de esta efigie, pero sí, con el testimonio del señor Goldschmidt, puedo afirmar que poseía la primera condición, ó sea el parecido exacto y que representa á nuestro esclarecido artista con Jos lentes puestos: abarca tan solo la cabeza del per– sonaje trasladado al lienzo.

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