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APÉNDICE l.º T estimonio5 de duelo o fué D. Pablo Sarasate un conquistador que ciñe– ra vencedora espada. No un gobernante que guia– ra la barqui lla de España con más ó menos hábil timón. No un político sacrificado por la patria, ni un hacen– dista salvador del patrimonio nacional, ni estadista, ni juriscon– sulto, ni médico (cual otro navarro) que dió su cuerpo á las clí– nicas, ni un químico investigado1- de los secretos de la natura– leza. Fué un artista. Su fama no se desvanecerá cual bocanada de fumador, ni sus destellos serán cual la chispa que brota de la pila eléctrica. Su renombre será eterno. Fué un patriota que ostentaba en su escudo la triple enseña "Pamplona , Navarra, España,,, blasón que ennobleció por todos Jos ámbitos terrestres, suscitando simpatías, amores y respetos para Ja tierra idolatrada. Fué un hombre grande y extraordinario que no cuidó de lo material y terreno, sino de lo espiritual y sublime¡ no habló el lenguaje de los oradores, sino el de Jos ángeles y los dioses; no aportó subsistencias á nuestro cuerpo, sino armonías dulcísi– mas, sensaciones deleitables, emociones celestiales á nuestras almas. Fué un misterio de la inspiración y del genio; fué un enigma de psicología materialista; fué un arcano excepcional. Fué un capricho del Hacedor Supremo. Ese hombre incomprensible, obra delicada, compendio de fa– cultades asombrosas por lo excepcional y admirables por lo completas, conmovió, como no podía menos de suceder, al mun– do todo, primeramente en vida y al fin .:.uando pletórico de ho-

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