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- 618- de su lrnbnjo honrado y de su hncicnda cuantiosa, patriota ardoro– so, cuyo sentimiento en amante é impnlpab!e perfume exhalan muchas de sus inspiradas obras, voló á h\S regiones de paz y de ventura á completar las celestial es or questas, e11 tonanclo allá sus tiernas melodias á una con l os querubes de la mansión eterna.. Si la muerle estr iba en el eterno oh•ido, Sarasate no ha muerto para nosot.ros. NaYnrra queda cncargncla de corroborar esto. aser– ción; y si N:i.vnrra, por propia desven tura, no lo hiciere, l as cróni– cas musicales lestificarAn unánimes 1:i. exactitud decse concepto, y suplirán con creces nuestra deficiencia . Sus cualidndes excepcionales, únicas, sobr epnsnn en grndo in– conmensurable á lo sonado; pues como clcolam uno de sus críticos más competentes, •el rayo didM clcsobrenntural inspiración se po– só esplendoroso sobre su frente soberana, sin un ángulo, sin la me. nor inflexión ....• Ho aquí In causa de que se lo disputarnn los públicos, los Reyes y las Naciones; he aquí la r azón de que al solo anuncio de su pre– sencia se disiparan siempre sus sntélites; he aquí el motivo de que despertara. unh·er sal ndmiración é indefinible r espeto; he nqui el fenómeno, ol génio, el nlimen jn.mi\ s superado, ni nun igunlndo, ni quo proclnmnran Rey de sus huestes los Príncipes del \"iolln, Sobe· rano indiscutible, Astro de primera magnitud, el mits refulgente en los horizontes infinitos del Arto de los Dioses. ;.QUIEN COl\10 SARASA'l'E?

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