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- 616- aquel nómüda del arte. así en su fuero interno corno en su as– pecto físico, y muy especialmente, aparte de su renombre ar– tístico en todo el orbe, su magnanimiclad y nobleza, su labo– riosidad é inteligencia, su caridad in!lgctable, su patriofümo ejemplar, aunqne á tales considera<,iones acompníie la triste reflexión de que pletórico de riquezas y de alabanzas, ha ido á la sepultura corroborando una vez más lo efímero de las hu– manas grnnrlezas. El Museo Sa.riisnte debe, en fin, ser para las fntmas gene– rn ciones, parn los hombres de mai;an::i, para los niiíos que nho– ra se educan en nuestras escuelas, espejo y ejemplo· de lo mu– cho que pueden Ja laboriosidad y el talento, cuando Yan acom - pañados del patriotismo, de la caridad, de Ja sencillez y del honor. Así pnes, nna vez que el Museo se halle establecido, deben organiz11rse por las esencias y colegios de la localidad, visitas p eriódicas, segnidas de las consig·uientes explicaciones de los preceptoreg; deben los padres ele familia conducir sus hijos {t aquel recinto, para incnlca.r en el ánimo de las generaciones que nos empujan, el modelo de aqnel pamplonés que tanto nos honró y que tnnto benefi<.:io puede todada reportarnos en el órden mol'al, si á esa su última voluntad damos debido cum– plimiento, y si del Museo Sar1isate queremos desprender las apnntadas salndcibles enseilanzns. Esta es nna manera prAetica de bendecir, ele venerar, de inmortalizar el nomhr~ ele Pablo Sar11snte. y co11clnímos diciendo á los representant"ls del pueblo: us¡ así lo hicieréis, b Patria os lo premie; y si no, os lo demande,.

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