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- IHó- inst11laci1ín y no menos esmr radu y c11 idaclosn. eonservn.ción, en un lugar expresnmc11t e desti11ndo iÍ. tales fi11 c>:;. El mu11do culto tiene put'Sta su mirnda e:1 ello¡ el nombre de Pamplona lo de· manda; la menwria de Sarll:mte lo exije. A la pnr, ante:> ó dcsp11és q11c In estátnn, pero sin demorn injustificada, deber est recho, como deber que es de co11cic11ci11 1 forzosamente hay que proceder {L ello, antes de q11e los C'xtra– íios encuentren razón pnrn ,·it11per11rnos, dando su Yerdadero norubre á lo qne por nbsurdo co1wencionalismo se quiern en · cubrir con la máscara de la CIJ>afía 6 de ];1 /rialr.lwl. Si {i este extremo se quisiern por los reprcse11ta11 tes de la Ci11d;1tl lionrndos con la confianza de Hquella, corresponder debidamente, un edilicio e;;pecinl podrí<\ conducirnos al desi– deratnm, constituyen.Jo en su planta baja una sala de Concier– tos, y en la principal el M11seo y 13iblioteca. Sitnrido frente á las Esc.nelas piíbliens, ,·isitado a1111alme11te por In. geoerncitSn que nos sigue, distribuidos en nqnel recinto los premios ele to · das clases con que,\ ht ju,·e11ttlll se remunern nnnalmente su aplicnción, prenda primordial de In hono~·nbilidad del hombre, ese edificio, ostt!ntnntlo el nombre imperecedero de Siirasate, honrará lÍ éste y al pueblo que se enorgullece habiéndole visto n11cer, hnbie11do 11sulrnct11a<lo su mayor cariiio, habiendo reci– bido de él cunntiosos clones y preseas gloriosas del niiÍ>1 alto Yalor. ¡Qné menos podremos hacer en su ob;;eq11io que revestir de suntuosidad el legado de Sarasate'? H_cliquins tan valiosas, recuerdos tan es1in111blcs, coleeci1S11 que todos los pueblos ci– vilizados nos em·ifliarían y p:igarfon ú peso de brillantes, si tal profanación fuera posible, bien mPrecen el honor mismo que mereció su dueilo, el amor que {t Snrnsnte profesábnmos, la aclmirnción que por él sentíamos, el respeto que ú su perso– na resen·ó el mundo. El ~[useo Sarasate debe ser, y lo será sin clnda, res11rgi– miento de nquella existencia trnbnjosa. sin tregua; de aquel re– nombre universal; <le aqnella esclavitud y reinndo ú lit pnr, del nrte musical; de aqn~lla :rnreoln e.¡¡plendoros11 que no se nlcnn– za sin ruda labor, sin csfuerm intelectual, sin co1we1·tirse en \'erdugo de sí propio, ~i11 encerrnrse tirftnicnmente en el cum– plimiento del deber, sin senti r esa presión lrni;tíi la muerte, pa– ra venir i\ expirar en medio del cxple11dor de su talento y en el pirn~culo de la gloria. El ~¡ useo Sarasate debe sostener entre nosotros Y entre cun11tos le ,·isiten, ,·ivns y palpitantes las 1·cmembrai'1zns de

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