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--C:ll- su cora:r.1í11 habl'Ía experimentado. Ob8érvcse que en ningnno tle su;; codicilos rectifica su pi·imer pensamiento, si no es para enriquecer su ~Inseo; que ya en vid:\ instituye los preliminares de ese establecimiento, .al qne cada 1ilío va agregando unevos donativos; que al deshacerse ele sus alhajas, totlas y cada una recuerdos vivos de su valí<\ arlÍ:;tica. las va depositando en la que pudiéramos llamar casa materna; qneal disol\•et·sn colección de bastones elije los más vn liosoll para entregarlos en el llluni– eipio pn.mploués; todos esos objetos y los de su vivienda pari– sién, ¿r¡né son sino preg.me; ele ,;u popularidad y de b admi– ración univ.ersal que sn arte produjo en el mundo'? Adviértas~ c61110 su Biblioteca rnu>1ical, nn tesoro que diHcilmente serÁ. utilizable en muchos lustros, la dctlica ú la Academia musical de sn pueblo; que al mismo centro docente destina un capital ' para estimular el progi·cso artístico; que á los pobres, asilados y no asilados, reserva gl'tlcsas snmas; y de su solicitud en pr6 del terruño nativo, es prnebi\ su :wiso al ~Junicipio notificándo– le haber dictado su última voluntad. En su delicadeza exquisita, 110 impone snntnosas instala– ciones, ni se resuelve á dedicar unn suma á la instaurnción de su "Museo, concretándose á preceptnar qne la e11trega. al lega– tario se hag:i. libre de todo gasto ó derecho; y adivinando el desembolso que In. realizaci<ín de aquel deseo haya deoriginar, en compensación, se muestra espléndido en las mandas de nu– mern rio que destina á Pamplona. Finalmente, obsérvense las líneas postreras de su codicilo (tltimo; todo disentimiento está previsto, menos el del pueblo pamplonés, siendo en éste tal la confianza. de Don Pablo, que á su Pamplona dedica la herencin imprevista que resultaría si alguien llegara á entorpecer la acción de los Albaceas, corro– borando así por vez postrera su confianza en los que hoy con mayor amargura que nadie lamentarnos su eterna ausencia. ____ ., ____ ¿Se enorg ulleció la Capital w1 varra contando á Sarasate entre sus hij os? ¿Participábamos de sus satisfacciones, cuaudo anualmente el mundo nos le reintegraba cubierto de gloria? ¿Salían del alma aquellas ardorosas aclamaciones con que le saludábamos á su llegatla? ¿Eran cumplidos agasajos los víto– res y aphu1sos con que correspondín.mos á sus generosas audi– cion_es? ¿Eran superficiales ó eran hondas las emociones qne nos hizo sentir? ¿Creíamos de buena fé en su hegemonía vio– linística? ¿Fueron pasajeras aquellas deferencias que con él tuvimos los aí'íos 1890, 1893, 1900, 1902, y tantas otras ve-
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