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-502- tencia, perpetuándola ante nuestros hijos, ennobleciéndola ante los extraiios, cnmpliendo su última voluntad, respetando sus mandatos, dignificándonos al dignificnrlc. E l mi'isico-poeta lrn enmudecid(!, ha m\lerto; pero vive el pueblo que ciúubiaba con aqtu:l Jos latid1>s del corazón; d pneblo á. que ucdic..S sus facultades y este pnehlo que lm de guardar su cuerpo, ha de sostener sn uomlJre en b inmortali– dad; estos momentos fúnclircs so:1 momentos solemnes en qne comienza nnn obligación sagrada. ¡Donde acnba Ja. existencia material de SarnsatC', comienza s11 i11mortalida1"l! Al contemplar el Yiajede su nlma ú las regiones eternas, a.l mirar la bfanca y misteriosa nubecilla que e111igra liáciii lo alto desconocido dondt anidan las esperanzas de J os hombrts de buena vol untad, elevemos co11 nnestra!I preces nuestros co– razo11es; no lloremos más como egoístas seres hnmanos al notnr su vacío; no lloremos si nos s0nti111os cnpn<:es de perpe– tuar sn 111emorin, de trasmitirh á hs Yenidern,; generaciones, de sostenerl e en In inmortalidad ~í que tiene derecho inclubití-\– ble . ¡¡Lloremos tan sólo, sí, cual mujer sin ltomn, no sabemos cumplir ese cleber!!

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