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-58$.)- El ataúd foé lraslatlarlo á la ca rroza, A ht qne, ni dirigirse al ccrncn:erio, precedieron los camiones con las coronas Acto seguido, se despidió el duelo, y !ns comisiones montaron en s u:; respect1,·os cnrnwjes, acomp:illnndo al cadú 1•er de Sarasa te bastn, su última morada.. El acto terminú it !ti una y media de !a hirdc. • EN EL OEMEN'TERIO: •El fé retro fué depositado en Ja capilla delcetll(')!1tcr io, donde se rczv un responso en su fragio del :tima dol fin ado . El a ta úd fué tras 'acl1u.lo á las seis do !:\ t:irde, ¡\I depósito pré– via.mente recubierto interiormente de negro. donde permanecen\. tres ó cuatro dí.is , hasUt qnc se habilite el nicho provisional, en el que estad n contenidas las cenizas del ilustre $11,r<lSate hasta que pued;t cons!r11írse el ma usoleo que se proyect11, con t<tl objeto. La e11tr;\Úi\ del púb!ico A la cnpilln del cementerio estuvo auto– rizad¡t hnsra las s~'is de ht tarde. Ln comiri\· ,i regresó del Campo Santo fl las dos y media. • EL CRIADO CHARLES: •Este lciilísimo ayuc.la de Cc\marn ele S1irns.1te ha prometido ve- 1dr todos !es alios pnrn llorar sobre la tumba de su amo y recor– dar C()n lágl'inrns ~n los <'j os, suspiros y ilnhelos ·en el corazón, y oracioues ~· plegnrias en Jos labios, los clh1s felices que al tildo de Sarnsate pasó en el pueb!o ua tiil de éste. 1'odns !ns mirarlas convcrghtn en él ; y ó! mudo de dolor, tras– pasado el c:orazvn con lils a ngustias de la muerte, caminaba sólo, recor;-iendo el testi monio de tan to a fecto y lnismitiéndolo desde el fo ndo de su allmi á lt\ de su amado amo.• ( /)im·ios locales.) ANTE EL CORTEJO: " Tarea dilicil hi de da1· uua pálida y some ra desc ripción <lcl gentío inmenso q ue á uno y otro extremo de los pllntos por donde había de trans;tHt' la cou1itiva ftí nebre cl<\ba guardia y escolta á los mortales restos de Sa rasat.e. Un cordón inmenso, una compact?. nrnchcd nmb re, un gen– tío inca pnz de precisarse y somet<.:r :í cifras numé ricas, había– se estacionado antes de la hora prefijada, pug nandopor coloca r– se en primern Hnea pa rn no perder un sólo ~et.alle del conmo– vedor espectíic11lo de L\ traslación del malogrado artista. i\lucbos paiiuelos vimos hu m.edcccn;e al contacto de los ojos llorosos del pueblo, siéndonos dable el contemplar impre– $i011a<los el g rato espectáculo de hombres encallecidos en eltrn– bajo, cncorbados bajo la pesadumbre inmensa del dinrio labo– ra r, que gemían y solloznban al posar s u vist:i en el féretro amado, reve:·enciaJo y g lorifi cndo, contentivo de aquelhi fi g ura que fu é idol<ltrín del pueblo pamplonés. Quien quisiera p ers uadin;e de los efectos ele la muert.e del

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