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- 585- admirable p{ig-ina de Hay<l11, aqncllos trémulos sonidos, ora lentos y ligados, orn cortad,1s y potentc·s, i,iempre dulces como so11ris11. de ángeles, siempre tiernos como oración .de ,·irgen pura , arrobadores como esperanza celeste, grandiosos como promesa di ,·inn .\' co11fort:idorn, mo<lulacloa cunl demanda el i;im– bólico sig nilie:1<lo del texto tli,·ino, l1ncrn ele aquella ceremonia b más conmo,•eclvra ,Je c1rn11tmi se tlelliea1·011 á honor, mc!llo– ria y sufnigio del artisti~ idolatrndo. Conju ros m!1gicos en los intervalos parecían brota1· de los ángulos tl~l sal6n tenebroso; lm; vngns é indeterminadas som– brns que el trémulo l ucir ele los blandones Achicaba unas veces y agrandaba otnu;, las imprimía exh'niíos movimientos, ora as– censionales, orn descendentes, siempre ''ncilantes; fantasmas ténues enlutados como nuestra nlmn, confundidos y atonnen– ta<los, vagos y errantt's, medrosos y enloq11eci<los, agitándose, en hígubrc danza wacabrn confundidos; gnomos funerarios dispersos y ahll)'entatlos, cual si buscaran el antro de su ori– gen 6 e.;penmm aturdidos la voz ·que les impera, tol'turaban el l'lima nbatith1 de los vivi<:11tci;, acre~entando la tristura dCll espíritu. Alguna fio1· qne, marchita, de la!< co1·onas se desprende, imih~ al despl'endirniento doloroso que la familia navarra aca– bn d e expcrin1ent:u·; el ambiente cnrgndo de los penetrantes perfumes plétóricamente cxhalnclos poi' innumerables flores, nnulJla 1111cstros cerebros; la :it1116sfcrn sntura<la del acre humo Je los cirios, acartona nuestras garg1111tas; vacilantes las facul– tades, desfallecidas las fuerzas, acongojado nuestro sér, empe– queíiecido y arrugado <:! comz6n, npenas si acel'tamos á darnos cumplida cuenta de la horrenda desventura gravitante sobre esta ciudad, que de hoy en adehinte gemirí~ siempl'e ante la sepultura tle su hijo predilecto, del cunl se sintió tan orgullo– sn . Al fin, con los primeros albores del nuern dfa se transforma puulatinamente el lúgubre as¡lccto de la nntcabra sala; se des– venece con retroceso apenas perceptible la iuquietad reinante, se aténua el tinte pa\·oroso dd sombrío recinto. A poco el Santo sacrificio que en el altnr se celebrn, el silencioso !'elevo de los maceros y guardianes, la reno,•nci6n de los cirios, el imper– ceptible tímido murmullo de los fieles que llegan somnolientos, las preces del Sacerdote oficiante, los detalles coloreados, áu– reos y argentinos que la luz naturn.l va al'l'aÚcnndo á las flores y cint!ls de las corona~, parecen permitir una mayor dilat.a– ci6n á nuestros comprimidos pulmones, c ual si una gota de bál-

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