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-36- na, visitando sus principales ciudades, apenado su espíritu con sombríos presentimientos, volvióseá Par!s resuelto Aproducir hon– da transformación en el campo del arte violinfstico: hasta enton– ces pocos violinistas hahfan desarrollado su ncción más que dentro de limites cier tamente reducidos, ejecutando obras de discutible valor, mejor dicho, do mediana transcendencia y cortos vuelos que se reduclan á fantaslas de las óperas más celebradas, y otras tomadas de motivos másó menos triviales y conocidos, aparte de los conciertos de Mozart, Beethoven y Mendelssohn que han cons– tituido, constituyen y constituirán la base de todo artista que esti– me en algo su reputación. Tal venia siendo el arto del violln y asl se prncticó en los dos primeros tercios del pasado siglo, y no pasó de ah! el repertorio do los más renombrados virtuosos, llamáranse Paganinis ó como qui– sieran, que no ejecutaron composiciones mltcho m!\s elevadas. Pablo Sarasa.te no se 1·esignaba, justamente en manera alguna á creer que alli estaba la cima del arte, que aquella era Ja meta de lo posible para el prlncipe de los instrumentos musicales; en su talento imponderable, divisaba otros horizontes de amplitud in– mensa., otras regiones elevadas, al cabo de lns cuales debería ha– llarse el asiento de la gloria, la mansión de la. inmortalidad . Rabia forzosamente que<lar el primer paso en busca do esos ideales, y al efecto deberla empezarse por crear la música sinfóni– ca, pensamiento que no era. suyo exclui;ivamente, puesto que sus camaradas y amigos del afio anterior en Londres, ya hablan apun– tado la idea como nacida en las pujantes y juveniles imaginacio– nes de Camilo Saint-Sal!ns y Eduardo La.lo, apóstoles, singular– mente el primero, de los poemas sinfónicos en h\ nación veci11a. ·A tales momentos, indudablemente se refieren las lineas prime– ras del siguiente escrito que el celebérrimo y genial compositor (autor de las famosas danzas bacanal y macal:¡ra. y de tantas otras inspiradlsimas obras) remitió eu su idioma nativo á la Revista •Sa1·asate• en Junio último: "Muchos años han pasado desde que por primera vez vi llegar á mi casa lleno de juventud y de vigor á. Pablo Sarasate, célebre ya cuando apenas apun– taba el bigote sobre su labio. Pidióme con gran donaire y como si fuera cosa sencillísima, que compu– siera un concierto para él. Halagado y agradablemente impresionado, promell lo que pedía, y cumplí mi palabra escribiendo un concierto en lá mayor, al que puso por nombre mi amigo, sin que baya podido saber nunca la <;a.usa, "Con– cierto Stuk.n Más adelante, compuse tarr.bién para él, "El Rondó {iaprichoso" de eslilo español, y después el "Concierto en st menor,, para el cual me dió Sarasate consejos tan preciosos, que á ellos se debe en gran parte el éxito con– siderable que esa obra musical obtuvo. Los que hace años asistieron á mis veladas musicales de los lunes, no han olvidado el renombre que ll. ellas dió mi ilustre amigo, renombre tal que duran– te varios años 11ingún otro violinista quiso tocar en mi casa; tal era el temor que les causaba Ja idea de ponerse en parangón con Sarasate. Y no tan solo brillaba en aquellas veladas por su talento, sino también por su ingenio y por su conversación interesante y amena. Paseando por todo el mundo mis composiciones con su mágico violín, ¡ne ha prestado Pablo Sarasate el más señalado servicio, y siénlome dichoso de

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