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- ó70- As( se tl'aspasó Bial'l'itz en medio de un silencio sepulcral. Las prm·bas de simpatía y carifío testimoniadas en los pa– sados días, nada son ni valen si se comparan con la série de actos realizados por la población de Bial'l'itz, con ocasión de la salida del cadáver de la preciosa playa francesa. No ya la colonia española-que en pleno ha tornado parte en las manifestaciones de dnelo,- sino el pueblo francés, qne ~iempre es el primero en testimoniat· su dolor por las pérdidas doloros11s que las Ciencias ó las Artes experimentan, h11 ren– dido un hermoso homenaje de respetuosa simpatía, despidien– do el cadáver del Rey del Yiolín. El trayecto, bastante largo, que media entre "Villa Nava– rra,, y la estación de la Negresse, era ocupado en masa por el público, que descubierto presenciaba en silencio el triste paso de la fúnebre comitiva. Dará una idea de la aglomeración de gente qne allí había, el considerar que costó cerca de dos horas recorrer el es– pacio mencionado. A la salida de la població11 los acompañantes del duelo subieron á los coches qne formando larg11. fila seguían á la im– ponente manifestación, y así continuaron la fúnebre marcha hasta la estación de Biarritz. Una vez en la estación se colocó el cadaver en un forgón :-;everamente adornado de paños negros con franjas y flecos de plata, y se cubrieron las pal'edes con uumernsas coronas. La despedida que Ji:. colonia española y el pueblode Bianit:l tributaron al cadaver del eximio pamplonés, fné por demás imponente. · A las once, el tren fúnebre salfa de :ignjas. EN SAIN'l' JEAN DE LUZ: Lt~ colonia española residente en este punto, y á la cabeza las mmilias niwarras allí veraneanºtes, t;alieron á dar su adios al cadáver y ofrecer su pésame al Alcalde de la Capital na· vana. EN HENDAYA Subiernn al tren en esta estación, los maestros Guervós y Arbós, el Alcalde de Hendaya, jefe de la. policía espaí'íola que se puso á la disposición de nuestro Alcalde, don Ramón Bajo y el seflor L ecumberri.