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-34- Pasaron luego á hi república Argentina, y de nlli se dirigieron á Perú y Lima; e n una de aquellas ciuclades se incendió el Teatro cuando acababtin la función, y gracias ú su ngilidad pudo Snrasate salvar su violin y su persona. No me consta donde terminó esta touml!e: pero si 1!n <'i)isodio acontecido á Sarasate cuando zn.rptiba el vapor quc c1C1;~!c la Améri– ca del Sur había de conducirá la del Norte á nuesu·o aventurero .artista. Había éste dejado en custodiit a l dueño del Hotel su saqui– to de viaje en el que guardaba unos 15.000 francos; distraído co– mo Jo fué en much&s ocasiones, D . Pablo olvidó retirar aquel de– pósito antes de su cmbiwco; en marcba estaba. ya el vapor, cuando asomado D. Pablo á una de las bandas notó que desde una lanchi– tn se le hacian señas mostrándole s u saquito, que le arrojaron ~í los brazos con esta profe<'ía felizmeute incumplida : •Usted morirá en un hospital•. Mandaba el vapor en yue Sarnsate realizó este viaje el Capitán Massenet, hermano del afamado músico Massenet, condiscípulo ele Sarnsate en el Conservi\torio de París. La rica inventiva de Sarasate ha dado cuerpo á cier tas leyen– das pintorescas y emocionantes, relticionadas con Rossini, el gran maestro que füé muy intimo y grnn admiru.dor de aquel. Así mis– mo ideó en un rato de buen bumor el famo~o violinistit ot.ra histo– ria sobre la base del Co11serrnt-0rio del Brasil, historia que a un re– vestida de chistosos y atrayentes pormenores, está desmentida por cartas suscriptas por él mismo y por relatos serios y formales de Don Pablo. El convencimiento que abrigamos de la inexactitud de tales a yen turas, nos imponen, en tt·ibuto debido á la yerdad, ha– cer completa abstracción de ell:is. El retorno al viejo Continente no fué directo, antes bien como en aquella época no le produchi nrnlestttr Ja navegación, hizo es– calas en Jamáica, Guadalupe y l\fartinic••, dejándose escucha,r en esos tres pnntos el joven artista, y obteniendo éxitos análogos Alos ya alca.nzados y á los que sus facultades Je depnraban para lo su– cesivo. Desde la última isla citada, se eucaminó directamente á. Euro– pa en los comienzos de 1871; desembarcó en un puerto inglés, ad– quirió al momento compromi::ios para tocar en Inglaterr11. durante algunos meses de aquel mismo :ino, y pMó sin perder más tiempo á Ja nn,ción vecina. Algunos de los íntimos daSarasate afirman queeste se despidió dcMr. Auber, Director del Conservatorio, idólatra de aquel, y fun – dándose en testimonio del propio viajero, compendian la entrevista en estas breves lineas: •'I'res largos y apretados abrazos con un solo consejo repetido al compás ele aquellos: •Pablo, no te caset;• . No de~oyó el discípulo el consejo del maestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . ' . Las mas verosímiles coujeturas permiten fijar en los comieuzos del afio 1871 el regreso de Sarasate á Europa, porque consta que i¡u primera decisión, apenas desembarcó, fué presentarse de impro– yiso á los ancianos Sres. de Lassabathie, en cuyii companí~i había pasado larga época de recuerdos imperecedores, y de quienes, ta_! vez se separó, desoyendo cousejos opuestos á la reseiiada to1w11ée,

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