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- 559- Jueta no se despitaba: una cara terrosa enjuta; -tinos ojos brillan– tes, muy brillantes, con mirada fija y penetra nte; grandes mele– nas, troje gris y sombrero negro fl exible; y siempre, por el día, por la noche, A todas bom s, una sombrilla. Su cadaver reposa a hora en Villa-Navarra. Navarra era su pe11samiento, sus amores, su vida. ¡Pobre Sarasate!- J11an de Becon• . 2. 0 •Los que le veían en su habitual paseo de la playn de Bia– rritz, no habían dejado de notar que para remontar el boscaje de los tamarindos, basto. l:i terrazo. del café Cosmopolita.in, donde so– ·Jia tom.\r una copita de vino quinado, marcbabn con gran dificul– tad . 811 demacrado semblante y lo desmedrado de su cuerpo, cuyo. robusta complexión ilm poco á poco desapareciendo, daban á en– ténder que su enfermedad era mortal. El gran artista tenia los pnlmones completamente destrozados.. l!~I correspons¡i 1 en Londres chil Diai·io de Navarm Sr. Echau– ri (FrndLíe), dos días mas tarde transmitía de aquella capital las sig·uientes impresiones: •Aunque nada será nuevo para los lectores del Dia1·io, voy á traducir algo de los periód icos ingleses acerca del gran artista cu– ya pérdida llora. Pamplona y todo el mundo musical. Todos, <'ll distinrns palabras, convienen en 111. frase de The Dai– ly Telegraph ac<'l'C:l. de •la posición única• que tenía en el mundo del a.rte. De The Evening Staiulard ancl St. .James' s Gazette y de otros periódicos es poco más ó menos lo qne sigue: •Muchas gentes que no habían ten ido nunca la dicha de oirle, conocian sin embargo a D. Pablo Martín llfelitón Sarasatc por el gran retrato que de él pintó Vhistler. Su moreno.faz delata al hom– bre de raza meridional- nació en Pamplona, Espalla-y la abun– dante cabellera negra permanece en Ja memoria de los que h1\n visto el retrato. E l en.bello negro se le mudó en gris plateado antes de morir. Snrasatc era un ejemplar del niño prodigio, que realmente llega á ser grande después. A la edad de diez nfios sabia más de Jo que podhu1 eoscfiarle los profesores Jocnlcs y estos se vengaban dicien– do que era el discipulo m:\s holgazán que habían conocido jamás. Apareció por primera vez en Iuglaterra en 1861, el mismo afio que la Patti, en Convent Carden, y desde entonces su afecto hácia Inglaterra fué constante. Annque nunca pudo dominar nuestra len– gua, hizo muchos amigos, cutre otros Sir Arturo Snllivan y el Du– que de Edimburgo, que á menudo solía tocar con él er: privado. Desde· ese al'lo en adelante su fama se hizo universal, recorría triunfal mente el mundo en invierno y primavera, mientras en ve– rano iba á visi tar á su querida Pamplona. Entusiasta amante di':: Ja rica melodb\ y pureza de forma de Jos nntiguos maestros, esta– ba al mismo 1icmpo igual mente compenetrado con la. moderna es– cuela. Podín, pasar con admirable facilidad de un adagio de Beet– hoven á una danza espaflola, y de mrn Barcarola de Cbopln á una melodía de negros. Por espacio de cuarenta y seis anos este mago

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